sábado, 22 de noviembre de 2008

EL REINO "DEL MAS ALLA"


Seguramente por el título de este artículo usted pensará que me estoy refiriendo a cosas relacionadas con ultratumba, espiritismo, magia negra, etc. Nada de esto. Hoy es la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, y es una oportunidad para reflexionar sobre el Reino de Dios que Jesús ha venido a predicar entre nosotros y que nos ha encargado construir.
Y, si pongo la frase “Reino del más allá”, es porque muchas veces pensamos que el Reino de Dios, o el Reino de los Cielos (como lo llama Jesús en su predicación) es algo que sólo va ocurrir al fin del mundo, o después de nuestra muerte, y que, por lo tanto, como será “en el más allá” no hay nada que hacer en el “mas acá”.
Los textos litúrgicos de la Fiesta de hoy nos hacen ver cómo es el Reino que quiere Jesús: un Reino de justicia, de amor, de paz, donde todos los hombres seamos hermanos, donde seamos solidarios con aquellos que sufren, donde no se discrimine a nadie. Y, en otras oportunidades, compara a su Reino con una fiesta, un banquete donde todos están invitados, donde se come lo mejor, donde se tiene el gusto de estar con otras personas (Mateo 22, 1-14)
Este reino, que nos puede parecer una utopía, se construye aquí y ahora. Si escuchamos atentamente el Evangelio de hoy, nos daremos cuenta que, cuando Jesús venga como Rey, llamará a compartir la Fiesta definitiva de su Reino a todos aquellos que fueron solidarios con quien lo necesitaba: “Tuve hambre, sed, estaba solo, desnudo, en la cárcel (no interesa si justa o injustamente) y tu me ayudaste…”, aunque no lo hayan reconocido; y despedirá de su Reino a aquellos que no ayudaron a sus semejantes, porque las veces que hicimos o no una obra de bien “con uno de sus hermanos mas pequeños” con él lo hicimos o lo dejamos de hacer. (Mateo 25, 31-46)
¿Qué Reino construimos entre nosotros? Somos un país católico, donde amamos al Señor y a la Virgen nuestra Madre, y lo mostramos con nuestras celebraciones religiosas. Pero, ¿no somos también un país donde el reino de Dios está lejos de nosotros? ¿No vemos acaso que la corrupción, la violencia, el aborto, la infidelidad matrimonial, el pago de salarios injustos, la discriminación, etc. van en contra y destruyen el reino de Dios? y lo peor de todo, es que muchos de los involucrados en estos actos son hermanos nuestros, que un día fueron bautizados, hicieron su Primera Comunión, le dieron el corazón a Cristo. La semilla del Reino que se sembró en ellos no dio fruto. (Mateo 13, 24-43).
No quiero, amable lector, desanimarlo. Por el contrario, lo que quiero es animarlo a construir el Reino de Dios aquí y ahora. Un Reino en el cual vivamos los valores del Evangelio, no solo la justicia, la paz y la solidaridad, sino también la misericordia para ayudar a levantarse al que ha caído. Un Reino al cual estamos llamados todos, sin discriminación alguna, (Mateo 20, 1-16) en el que todos tenemos un lugar para trabajar; y al cual siempre tendremos la oportunidad de regresar, si decidimos poner el hombro para construirlo.
Hoy en día la figura de los reyes está muy venida a menos, tanto a nivel social (recordemos los escándalos de las monarquías europeas), como a nivel político (en la mayoría de las monarquías “El Rey reina, pero no gobierna”); las monarquías son casi “figuras decorativas” de los países que las conservan. Jesucristo quiere ser nuestro Rey, un Rey que reine y gobierne de verdad, como decimos en la canción que seguramente hemos cantado o recordado hoy “en nuestra patria, en nuestro suelo”. Depende de nosotros que Reine en nuestra patria, en nuestro suelo, en el “más acá”; y no esperar para que esta realidad sea solo del “más allá.

Nota: Hoy, día de Cristo Rey doy gracias a Dios por el 22 aniversario de mi Confirmación recibida el 23 de Noviembre de 1986 en la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados, por el ministerio de Mons. Alfredo Noriega Arce, S.J.; y porque en la Víspera de esta Solemnidad y de este aniversario me ha concedido ser padrino de Confirmación.

jueves, 20 de noviembre de 2008

RECUERDOS DE NOVIEMBRE: SIEMPRE LA H... SIEMPRE LA U...


El otro conjunto de recuerdos de Noviembre lo constituye mi colegio. Mis estudios de Primaria y Secundaria los realice en el Colegio “Hipólito Unanue” ubicado en la Unidad Vecinal de Mirones, desde el Lunes 12 de Abril de 1976 (1º grado de primaria) hasta el Lunes 22 de Diciembre de 1986 (clausura de 5º de secundaria). Recuerdo que, cuando entré al colegio, se llamaba “Gran Unidad Escolar Hipólito Unanue”, al terminar la Primaria en 1981 se llamaba “Centro Base Hipólito Unanue”, al final de la secundaria se llamó “Colegio Nacional Hipólito Unanue” y (no recuerdo si después de algún cambio mas) hoy se llama “Institución Educativa Mixta Hipólito Unanue”. En mis tiempos era Colegio de Varones, ahora es mixto. No sólo los nombres cambian.
Y los recuerdos de mi colegio afloran en estos días porque en el mes de Noviembre celebrábamos el Aniversario del Colegio, precedido de concursos, campeonatos, y demás actividades que los Colegios suelen organizar con este motivo. De todas las actividades que se hacían la que más recuerdo era el “Concurso de Oratoria”. Aquel era EL CONCURSO del colegio: los alumnos de 3º a 5º de secundaria hacíamos gala de nuestras cualidades como oradores preparando discursos que arrancaban efusivos aplausos de nuestros compañeros, y demostrábamos nuestra capacidad de liderazgo, ya que ese concurso era semillero de líderes. Y el ganador del Concurso era quien, a nombre de la promoción, daba el discurso de Orden en el “Día del Colegio”. De mi salón llegamos a participar cinco en 1986 (yo era uno de ellos), y los cinco llegamos a la final, coronándose como campeón Martín Jurado. Yo no quedaba entre los tres primeros lugares, y creo que se debía a que gritaba mucho y a que tengo el defecto de hablar rápido, algo que se hacía más notorio en esas ocasiones (ahora me pregunto si de todos los discursos que di en el Colegio, que fueron muchos, algo habrá quedado, o lo que es peor, si alguien me habrá prestado atención).
La celebración del “Día del Colegio” era impresionante: ofrendas florales ante el busto de Hipólito Unanue, presencia de exalumnos (infaltable la Promoción 1966 a la que pertenece el futbolista Percy Rojas), colegios invitados, globos aerostáticos, la presentación de la banda de mi colegio dirigida por el Profesor Hernández Peña (realmente impresionante) y los números musicales a cargo de los profesores Lorenzo Humberto Sotomayor (cantando sus composiciones "Corazón" y "Las mujeres de mi tierra") y Alejandro Hernández Bedoya (quien en 1983, con un piano destartalado se lució como nunca tocando el “Cóndor Pasa”). Creo que de todos los aniversarios en los que he estado, tanto de alumno como de exalumno, el mejor de todos fue el que organizamos cuando yo estaba en 5º de secundaria el 20 de Noviembre de 1986. No es por alabar a mi promoción, pero no he visto, ni siquiera en las “Bodas de Oro” en 1998, la algarabía y el entusiasmo de aquella vez; y debe haberles impresionado a muchos porque cuando estuve el pasado Martes 18 en el aniversario de mi colegio, estaban publicadas varias fotos del año 1986.
Cuando estuve en secundaria nuestro Director era don Nicanor Castañeda Guerrero. Para los que fuimos alumnos del “HU” en la década de los años 80, era un “Señor Director”: le teníamos mucho respeto, estaba al pie de todas las actividades del colegio, asistiendo incluso los sábados y domingos para cualquier cosa que fuera necesaria, siendo Director no era raro verlo jugando basket con los alumnos. Él era “Unanuino de verdad”, nos enseñó a querer a nuestro colegio, tenía una “mística” muy especial, y para muestra basta un botón: la arenga de nuestro colegio “Siempre la H, siempre la U, nadie le gana al HU” (cuya autoria, a finales de los años 50, pertenece al auxiliar del colegio Hernán Sánchez Santa Gadea) sonaba, en la voz de don Nicanor, con la mística, la fuerza, la energía y la emoción que sólo él le ponía y, (que me perdonen los exalumnos antiguos) como nunca lo he escuchado gritar a nadie.
Volver al colegio cada año en estas fechas es recordar el paso por las aulas, el reencuentro con los compañeros de promoción (y de otras promociones que he conocido) y con los maestros de mi niñez y adolescencia. A pesar de que la educación estatal ya estaba en crisis desde que estaba en primaria, creo que mis maestros del “Hipólito” me formaron bien, no solo a nivel académico, sino también a nivel personal y humano. Tuvimos unos Señores Maestros que se tomaron en serio lo que enseñaban y se preocuparon porque aprendamos, cada quien con su carácter y su forma de ser. Yo fui amigo de varios de mis maestros quienes en algunos casos compartieron conmigo sus inquietudes. Permítanme recordar a Serafín Sáenz, mi profesor de Primaria; a Rosa María Alva (Matemáticas en 3º y 4º, con quien pintamos el “Patio Perú”), Teresa Morán (Geografía en 2º e Historia en 5º), Luisa Tito (Religión en 1º y 5º), Luis Amado y José Cavero (Educación física en 1º y 5º)[1], Pina Canales (Historia y Geografía en 2º, 3º y 4º, fue Madrina de la Promoción); Gladys Benites (Matemáticas en 1º y Madrina de la Promoción); Gladys Carbajal (Lenguaje en 1º), Fidel Peltroche y Manuel Vélez (Lenguaje y Literatura en 2º, 3º y 4º, promotores del Concurso de Oratoria); Lorenzo Humberto Sotomayor (Arte en 1º y 2º); Sigfredo Quintana (Biología en 4º, una memoria impresionante); Clara Silva, Pilar Barera y Mario Beuzeville (inglés); Luis Hidalgo (Historia); Eugenia Velázquez (Geografía en 1º y 5º);… Puedo añadir más nombres, pero una vez más la brevedad me obliga a parar, sin embargo a todos ellos los recuerdo con cariño y gratitud.
Los tiempos han cambiado, de hecho el “Hipólito” ya no es igual que antes: ahora es mixto, ya no hay el Concurso de Oratoria, el “Patio Perú” ya no tiene los murales que hicimos, los alumnos no dan discursos en la actuación central, y quizás no tienen la mística que tuvimos nosotros. Lo único que permanece igual es la cancha de fútbol y el espacio destinado a construir un día el Coliseo del Colegio. Ojala se pueda hacer algo, se que hay voluntad, pero lo que falta es dinero y mas gente que haga algo por conseguirlo.
Por mi parte, sueño con restaurar el “Concurso de Oratoria”, ojala que mis compañeros de promoción se animen a colaborar en este proyecto, ya que mi salón destacó mucho en esto. Estoy convencido que un evento de este tipo ayudará a que despierten los líderes escolares (que deben estar dormidos en las aulas esperando que alguien les de la oportunidad de mostrar sus cualidades) y a resucitar la mística de nuestro tiempo. Y también sueño, desde hace 22 años, con presidir la final de este concurso, como lo hicieron mis maestros de antaño.

¡SIEMPRE LA "H"!
¡SIEMPRE LA "U"!
¡NADIE LE GANA AL "HU"!

[1] Para los estudios fui bastante bueno, pero para el deporte fui malo: Cuando estuve en el colegio el profesor Luis Amado nunca pudo lograr que pateara bien una pelota de futbol, y el profesor José Cavero nunca pudo hacer que haga una barra. Sin embargo sé que el profesor Amado se habrá alegrado cuando, desde el cielo, me habrá visto jugando futbol 25 años después de haber sido su alumno; y al profesor Cavero, si lee lo que estoy escribiendo, quiero decirle que 19 años después de haber sido su alumno, durante mis Ejercicios Espirituales, pude hacer las barras que usted quería que haga en clase. Lo que ustedes me enseñaron dio frutos después de mucho tiempo, no fracasaron conmigo. ¡Gracias profes!

sábado, 8 de noviembre de 2008

RECUERDOS DE NOVIEMBRE: "Y DALE GOCE, DALE..."


Noviembre es para mi un mes cargado de recuerdos tanto a nivel personal, familiar, parroquial, espiritual. Por otra parte, algunos amigos me han hecho notar que tengo una memoria “casi fotográfica” para recordar las fechas de algunos acontecimientos y sus detalles.
Así, pues, recuerdo que hace 18 años comenzó la participación de mi promoción en las Olimpiadas de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. Les explico: durante el mes de Noviembre se realizaban durante poco mas de 15 días las “Olimpiadas de Derecho”, que consistían en un desfile y scketch (actuación en la que se parodiaba y ridiculizaba a la realidad de la universidad, del país, y aún al derecho mismo) en la inauguración, competencias deportivas, la tradicional gymkhana, una tarea olímpica (tarea social) y un scketch final. Ah, y por supuesto, fiesta al comienzo y al final de las olimpiadas. Cada ciclo de estudios se constituía en una promoción (éramos nueve) y llevaba un nombre jurídico (por lo general) en doble o triple sentido. Mi promoción se llamaba “Goce…” (no lo completo para no escandalizar a algunos de mis lectores).
Pues bien, el miércoles 7 de noviembre de 1990, estando en segundo ciclo de Derecho mi promoción se disponía a participar por primera vez en tan magno evento. Por la mañana, bajo la batuta de Christian Stein ensayábamos nuestro scketch. Yo había decidido no participar, sin embargo Manuel Barrios (con quien hasta entonces no había cruzado palabra alguna) se encargó de animarme y convencerme a que participe (las palabras de un buen amigo, dichas del modo apropiado, pueden hacernos cambiar de opinión). Allí tuve la oportunidad de conocer y actuar con Salvador del Solar (quien fue mi compañero de promoción). Por la tarde tuvimos el desfile desde la Facultad (disfrazados y haciendo barra) hasta el campo deportivo al otro lado de la Universidad. Aquel día “Goce” tomaba carta de ciudadanía, siendo Mirko Peraltilla nuestro primer Presidente y Manuel Huamán y Jorge Vega nuestros delegados de deportes. Y Salvador del Solar nos enseñó la barra que nos distinguió para siempre: “Ay, ayayay, ayayayayay, sube, baja, Goce, ay”.
Terminado el desfile presentamos nuestro scketch en el cual hicimos una parodia de “Fuego Cruzado”, con Paul Duclós en el papel de "Mariela Balbi" y Magaly Báscones en el papel de “Estrellita”. Tengo que reconocer que nos fue mal, y si no quedamos últimos fue porque la promoción de Primer Ciclo lo hizo peor.
Ese día nació un grupo de amigos, una promoción que se sentía un solo hombre para competir y celebrar un triunfo. Todos participábamos de una u otra forma, en las actuaciones, en los deportes, en la gymkhana, en las barras. Recuerdo que, terminadas las clases de la mañana, corríamos al campo deportivo para hacer barra a nuestra promoción.
Vienen a mi mente los scketch que hicimos: “Fuego Cruzado” y “La historia de Paquito Avendaño” en 1990; “El amor en el derecho” y “Alicia en la Facultad de las Maravillas” en 1991; “El teatro en el derecho” y “La guerra de las galaxias” en 1992 y “El mundo mágico del derecho” y “Terminator” en 1993; y el recuerdo de las actuaciones de mis compañeros (llegábamos a actuar alrededor de 80, sólo de nuestra promoción): Paul Duclós (Cupido y Pinocho); Salvador del Solar (Marco Antonio, el Genio de la Lámpara), Mijail Quispe (el Chiquito Mazamorrero), Eduardo Guevara (Raúl Velasco y Akundún), David Flores (Peter Pan), Beatriz Llanos (Susan Nieves); Micaela Mujica (Afrodita y Lady D); Gonzalo Quijandría (Paris, Dr. Fausto Zolezzi); Pedro Velásquez (Paquito Avendaño bebito); Rista Maraví (Cleopatra), Gloria Viacava (la mucama de Susan Nieves); Magaly Báscones (Odaliska), Homi Rodríguez (Odaliska y bailarina de Can Can); Duncan Masson (estatua del discóbolo); nuestros profesores el Dr. Humberto Medrano (Príncipe Azul), Dr. Mario Pasco (Papa). Recuerdo a las utileras dirigidas por Rosita Aguilar que nos preparaban los disfraces; a los que preparaban las voces en las grabaciones. A mi me tocó actuar haciendo de Papa, árbitro de futbol, esclavo de pirata.
Y en deportes, permítanme recordar nuevamente a Salvador del Solar (participaba en casi todo), Gonzalo Quijandría, Bayo García Godos, Roberto “Tyson” Gómez (basket); Rocío Medina (fulbito femenino, ¡que tales goles!), Pepe Chirinos (fulbito), Ana Cecilia Serpa (marathon); Gloria Viacava, Elizabeth Prado y Ana Vera (basket); Carlos Briceño y Diego Ferré (carrera de cinco pies); Kiko Felices, Beatriz Llanos, José Delmar (nudo de guerra), Enrique Ferrand (marathon),… Perdónenme que no siga con mas nombres, no puedo alargarme más.
Y en estas competencias saboreamos el triunfo: en 1990 fuimos sub campeones, bajo la batuta de Mirko Peraltilla; campeones en 1991 y 1992 y sub campeones (oficialmente) en 1993 bajo la batuta de Giovanna Béjar. ¡Cuántos recuerdos!
Un día conversando con Carlos, acólito de Desamparados (que ha conocido a varios de mis compañeros), me dijo: “Manuel, tú te emocionas cuando hablas de tus amigos de la Universidad”. Y es verdad. A ustedes, amigos de Goce, les agradezco el regalo de su compañía en las aulas de clase, el regalo de su amistad que perdura hasta hoy, el regalo de su alegría en las competencias y en los bailes, el regalo de su confianza al compartir mutuamente nuestras inquietudes, el regalo de su colaboración generosa cuando en abril pasado les pedí una limosna para las sotanas de los acólitos de mi parroquia. Y al recordar el comienzo de nuestra promoción les dedico estas líneas, con mucho cariño y con mucha nostalgia, con agradecimiento por tanto bien recibido de ustedes.
“¡…Ayayay, sube, baja Goce, ay…!”

miércoles, 5 de noviembre de 2008

TODOS LOS SANTOS Y BEATOS DE LA COMPAÑÍA DE JESUS


Aunque ya no estoy en una parroquia jesuita, no puedo olvidar que el 5 de Noviembre se celebra la Fiesta de Todos los Santos y Beatos de la Compañía de Jesús. La rúbrica que está en la Liturgia de las Horas propio de los jesuitas dice lo siguiente:
Por analogía con la antigua tradición de la Iglesia, que en la solemnidad de Todos los Santos, celebra a todos los que están con Cristo en la gloria, en esta fiesta celebramos no sólo a aquellos de nuestros hermanos a quienes se ha concedido el honor de los altares, sino también a otros innumerables que han trabajado con Cristo por la salvación de las almas y que, habiéndole seguido en la pena, le han seguido también en la gloria (Cf. Ejercicios Espirituales Nº 95).”
He conocido la vida de varios santos y beatos de la Compañía de Jesús, algunos con más detalle que otros: Ignacio de Loyola, el fundador; Francisco Javier, el misionero; Francisco de Borja, quien después de enviudar renunció al Ducado de Gandía para entrar a la Compañía de Jesús; los tres patronos de la juventud: Luis Gonzaga (quien murió siendo estudiante contagiado por la peste); Estanislao de Kostka (patrono de los novicios); y Juan Berchmans (patrono de los estudiantes jesuitas); Pedro Claver, el "esclavo de los esclavos" en Cartagena de Indias; Claudio La Colombiere, confesor de Santa Margarita María de Alacoque y difusor de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús; el hermano Alonso Rodríguez, que se santificó como portero del Colegio de Palma de Mallorca; Alberto Hurtado, fundador del "Hogar de Cristo" en Chile; el Beato Miguel Agustín Pro, mártir en Méjico durante la “Guerra Cristera” en 1927; por citar a los que más recuerdo.
Entre los que aún no han alcanzado el honor de los altares no puedo dejar de citar al P. Francisco Del Castillo, el Apóstol de Lima, quien en la antigua iglesia de los Desamparados estaba al servicio de los esclavos, y ante el Santo Cristo de la Agonía (que conservamos en la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados y San José en Breña junto con la imagen de la Virgen de esta advocación) dio comienzo a la meditación de las Siete Palabras de Cristo en la Cruz que se tiene el Viernes Santo en los templos y que más tarde se convirtió en el tradicional “Sermón de las tres horas”, difundido en el mundo; no en vano el Papa Juan Pablo II en su visita al Perú en 1985 lo propuso como modelo de sacerdote. Y también quiero mencionar al P. Pedro Arrupe, General de los Jesuitas desde 1965 hasta 1983, testigo de la bomba atómica que asoló Hiroshima en 1945, a quien le tocó guiar a la Compañía en los años posteriores al Concilio Vaticano II, "amigo fuerte de Dios" e "hijo de la Iglesia, a quien le duelen las debilidades de su madre (la Iglesia), pero no menos las críticas de quienes, -siendo de hecho, y diciéndose hijos suyos-, la mira y la maltratan como realidad ajena. Y sale siempre, inmediatamente, al paso de ambas", como lo diría el P. Ignacio Iglesias; un hombre al que quizás muchos ajenos a la Compañía no entienden, pero que les puedo asegurar (y así lo demuestran su vida y sus palabras) que era fiel a la Iglesia y al Papa.
Y entre los jesuitas fallecidos que han seguido a Jesús en la pena y después en la gloria, quiero recordar a los que yo conocí: el P. Antonio Alonso, hombre sencillo, confesor en Desamparados, que se preparaba para la Misa con mucho recogimiento; el P. César Toledo, jesuita sabio, confesor en el templo, buen guía espiritual; el P. Pedro Gassó, amigo de los niños, formador de acólitos, que nos ganaba con su simpatía, y que se sentía orgulloso de que lo llamen “jesuita” es decir “de Jesús”; el P. Ubaldo Ramos, fallecido de cáncer a los 46 años, de carácter alegre, comprensivo y bromista, quien me dirigió en los Ejercicios Espirituales en 1996; el H. Juan Retuerta, fallecido hace un mes en España, a quien recuerdo rezando el Rosario en Desamparados; el P. José Ridruejo, Provincial en España y en el Perú, confesor en San Pedro; el P. Pablo Urrunaga, quien me bautizó, amigo de los niños en la Parroquia de Santo Toribio; el P. César Regueras, mi primer Director Espiritual y por quien comencé a asistir a Desamparados, que me enseñó a gustar del canto gregoriano; el P. Manuel Marzal, hombre sabio y sencillo, catedrático universitario y trabajador en la viña del Señor hasta el final, atendiendo confesiones y celebrando Misa en Desamparados a pesar del cáncer que lo estaba consumiendo.
Podría citar incluso nombres de jesuitas que aun viven y cuya santidad de vida lo notan todos aquellos que los conocen, pero no lo hago para no herir susceptibilidades; pero, sepa usted mi amable lector, que a pesar de las dificultades que hay en la Iglesia y en el mundo, hay santos, y no son pocos, en la Compañía de Jesús del siglo XXI.
Y es que para ellos “ser santos” no es una palabra que se repita en un discurso o en una homilía; “ser santo” es su forma de vivir, sin grandes aspavientos, con mucha sencillez y humildad, con el corazón puesto en Jesucristo para amarle y seguirle, con el corazón en los hermanos para llevarlos al encuentro con Dios, apreciando sus valores, comprendiendo sus debilidades, ayudándoles a superarse, respetando su libertad; con amor y fidelidad a la Iglesia y al Papa. Y esto nos interpela, nos cuestiona y nos hace ver que muchos de nosotros (y yo me incluyo allí) estamos lejos de la santidad, pero que si ponemos el corazón en Dios y somos fieles a la Iglesia y al Papa (como lo enseñó San Ignacio de Loyola) seremos santos, no como ellos, sino más que ellos: como Jesús. Él es nuestra meta.

lunes, 3 de noviembre de 2008

¿TRADICION VACIA?


Hace unos días acompañaba a un amigo al hospital a averiguar el estado de salud de su pareja. Lo conocía desde que era un niño en la parroquia, y por diversas circunstancias se había convertido en “cristiano” (=evangélico). Su historia es muy común entre la gente que atraviesa por estas circunstancias: son católicos “de nombre” (no van a Misa, no se confiesan, no rezan), llevan una vida desordenada hasta que llegan a situaciones graves (vicios muy arraigados, enfermedad, muerte, problemas familiares, etc.) que les llevan al borde de la desesperación; es allí donde alguien con la Biblia en la mano les habla de Dios, los lleva a su iglesia y entonces ven una luz, dejan sus vicios, sienten que su vida cambia y todo va bien… al menos aparentemente, pero de esto hablaremos en otro momento.
Mientras íbamos en la combi rumbo al hospital Rebagliati, me preguntó si había ido a la procesión del Señor de los Milagros, yo le respondí que si, y él me salió con el refrito de los evangélicos, perdón, “cristianos” (como si los “católicos” no fuésemos “cristianos”): que porque iba, que mejor me hubiese quedado en mi casa a orar, que eso es solo una “tradición”. Yo le dije que allí iba a encontrarme con Cristo, y que más allá de la tradición (que no tiene nada de malo) está el encuentro con Cristo, de la misma manera que lo encontramos en la oración y en la Biblia.
El pasado 28 de Octubre asistía de noche a la procesión. Como muchos de nosotros, iba con mi “lista de pedidos” (ya el 19 había asistido y agradecía las gracias recibidas). Sin embargo, al ver a tanta gente (esta vez he visto mucha más gente que en años anteriores) de toda condición, llevando a sus hijos pequeños, llenando varias cuadras de las avenidas Wilson y Tacna, me olvidaba de mi “lista de pedidos” y me ponía a reflexionar: ¿Esto puede ser una tradición vacía? ¿Puede llamarse “tradición” o “costumbre” (en el peor sentido de la palabra) asistir a una procesión multitudinaria, donde nos exponemos a extraviarnos, desmayarnos, a que se nos pierda algo, a que nos empujen por acercarnos a una imagen? ¿Acaso la gente se viste de morado, adorna sus casas y calles, con cadenetas, alfombras de flores y gigantografías, solo por costumbre, para cumplir o quedar bien? ¿Quién me va a negar la emoción que sentimos al acercarnos a la imagen de Cristo crucificado; la emoción de nuestro pueblo que aplaude cuando, al sonido de la campana se eleva el anda del Señor de los Milagros? ¿Qué sentido puede tener que muchos padres de familia lleven a sus hijos pequeños a una procesión con tanta gente? (a mi me llevaron a los 4 meses de nacido y cuenta mi mamá que jalaba el cabello a la gente). ¿Por qué tantos homenajes de instituciones y personas particulares, que con guitarra y cajón le canta nuestra música criolla al Señor de los Milagros? (Les confieso que en una ocasión me dio mucha mas devoción escuchar en la procesión el vals de Mario Cavagnaro “Lima de Octubre” que el “Ave María” de Schubert o “Cómo no creer en Dios”).
Añada usted mi amable lector mas “costumbres” o “tradiciones” y verá que todo esto si tiene sentido. Y ese sentido es Jesucristo, no hay otro. El lo dijo en el Evangelio “Cuando sea elevado de la tierra atraeré a todos hacia mi” (Juan 12, 32).
Y atraídos por Jesús, nos acercamos a su imagen, nos encontramos con él. Como otros ya lo han dicho, en el Evangelio podemos encontrar a mucha gente que se empujaba por acercarse a Él y tocar aunque sea el borde de su manto para obtener una gracia (Marcos 5, 25-34).
No puede ser una costumbre vacía, hueca, sin sentido, todo esto. En octubre buscamos, de diversas maneras, encontrarnos con Jesús; ya lo escribí anteriormente. Que nuestros hermanos evangélicos se dejen de prejuicios. Así como ellos buscan al Señor en la lectura de la Biblia y en la oración, así también nosotros, CRISTIANOS CATOLICOS, buscamos al Señor en la Biblia, en el Magisterio de la Iglesia, en los Sacramentos, en la oración, en nuestras devociones al Señor de los Milagros (que es el mismo Jesús de la Biblia), a la Virgen y a los santos. Y si lo hacemos con sinceridad, con cariño, con todo el corazón, el Señor saldrá a nuestro encuentro.

sábado, 1 de noviembre de 2008

LOS MOTIVOS DEL LOBO

Cuando hace 24 años estudiaba Oratoria en el Museo de Arte de Lima escuché por primera vez el poema de Rubén Darío “Los motivos del lobo”, basado en las “Florecillas de San Francisco” en donde se cuenta como el santo amansó al Lobo de Gubbio. A diferencia de las “Florecillas”, en el poema de Darío el lobo cambia su forma de vivir solo por un tiempo y después, lleno de resentimiento, vuelve a su antigua vida en el bosque. Y tiene sus motivos para ello. Les invito a leer las “Florecillas” y el poema de Darío en http://www.franciscanos.org/sfa/gubbio.html
Hace tres meses estuve haciendo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola bajo la dirección del Centro de Espiritualidad Ignaciana. Ha sido una experiencia fascinante, yo lo veía como un “Viaje al corazón de Cristo”. Después de la introducción que se llama “Principio y Fundamento”, la primera parte de los ejercicios es la meditación del pecado en el mundo y en cada uno de nosotros. Al tocar este punto reflexionábamos como muchas veces el pecado, tanto a nivel social como individual, es producido como consecuencia del mal que otros o también nosotros mismos hemos provocado anteriormente, repitiéndose la cadena del mal. Por ejemplo, a nivel social lo podemos comprobar cuando vemos que en la década del 80 y 90 el terrorismo que asoló nuestro país fue provocado por tantas situaciones de injusticia y de olvido de muchos habitantes del ande peruano; como la destrucción de la familia (madres solteras, aborto, divorcio) es producto del egoísmo y del mal ejemplo de nuestra sociedad. Y a nivel personal, si hacemos un serio examen de conciencia, podemos comprobar como las heridas del pecado ajeno o propio nos hacen caer en el mal.
Cuando constatamos el pecado ajeno, nuestra reacción es pretender que el otro cambie de conducta; es más, queremos que el cambio y la conversión sea marca “Acme” (Recuerden los dibujos animados del “Correcaminos" donde el Coyote sacaba un objeto que, con solo un botón debería funcionar a la perfección, pero que casi siempre terminaba fallando). Y si el cambio o la conversión no es rápida, a “nuestro estilo” o con nuestros criterios, nos desesperamos, perdemos la paciencia y, en no pocas ocasiones, empujamos al pecador a abandonar el camino correcto, en lugar de ayudarle a enderezarlo. Insisto, si el hombre se equivoca, peca y actúa mal no es porque sea malo, sino porque muchas veces es consecuencia de las heridas, experiencias y traumas que arrastra a lo largo de su vida. ¿No son estos los motivos del lobo?
Sin embargo, creo necesario hacer dos aclaraciones:
1º Que, al afirmar lo que he escrito no pretendo justificar el error, el mal, ni el pecado; sino entender a la persona que se equivoca, mas allá de sus caídas y pecados. Si queremos combatir el mal y el pecado en el mundo y en el hombre hay que ver cuales son sus causas mas profundas, de lo contrario el cambio de conducta solo será superficial, y existirán muchas posibilidades de volver a caer.
2º Que no pretendo reducir el problema del mal y del pecado a un asunto meramente psicológico, como si sólo se tratara de eso. La conversión y el cambio de vida, como dijo el Papa Benedicto XVI, se produce al encontrarnos con Jesús Resucitado. Y es bueno recordar que Jesús sale al encuentro de la persona en su totalidad, con toda su historia, sus pecados, sus traumas y problemas; que El sana nuestras heridas, y nos ayuda a superar nuestras dificultades, y así nos resucita de nuestras situaciones de muerte, que son precisamente las que ocasionan el mal.
Que pertinentes resultan las palabras de Jesús cuando en la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13, 24-30) nos presenta las actitudes de los trabajadores que quieren arrancar la cizaña y la respuesta del dueño del campo “No, dejen crecer la cizaña junto al trigo, ya llegará el momento de cortarla y quemarla”. No nos apuremos, a veces por querer destruir el mal destruimos también el bien que hay en el hombre y al hombre mismo, tratemos de entender sus motivos, de salvar la proposición del prójimo; no lo empujemos a abandonar el camino de Dios. Y junto con esto me resuena en el corazón la parábola de la semilla (Marcos 4, 26-34), Dios actúa la conversión de la persona silenciosamente, sin que lo notemos, de día de noche, en el momento menos pensado veremos que ha echado raíces, sale la planta y produce fruto.
Dios apuesta por nosotros, con nuestras limitaciones y pecados, tiene paciencia con nosotros, nos comprende y nos conoce porque nos ha creado y sabe que si vamos sembrando su Evangelio en el hermano, con el mismo Corazón de su Hijo Jesucristo, tarde o temprano dará frutos de santidad.