sábado, 24 de enero de 2009

REENCUENTRO VIRTUAL

De pie: Ernesto, Gloria, Yo, Alex, Elizabeth, Fernando,
Agachados: Lupe, Magaly, Mirko y Patty.
Diciembre de 1992

En un artículo anterior les comentaba que Carlos, acólito de la parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados, me dijo una vez “Manuel, tú te emocionas cuando hablas de tus amigos de la Universidad”. Pues bien, esta emoción la he vuelto a sentir al reencontrarme con varios amigos de La Católica, a través de http://www.facebook.com/, una de las tantas páginas para “hacer amigos” (como el famoso “Hi5”), a la cual me incorporé, curiosamente, por una invitación de Carlos.
Con varios de ellos no tenía contacto desde que acabamos los estudios, como el caso de Lupe Rodríguez, Enrique Ferrand, Salvador del Solar, Paul Duclós, Tiki Mejía; con otros ya me había encontrado en diversas ocasiones, como es el caso de Alex Contreras, Homi Rodríguez, Eduardo Guevara, Ronald Fernández Dávila, Mirko Peraltilla; además he podido tener contacto con gente de otras promociones de la Facultad de Derecho de la Católica, como es el caso de Raul Campos, Jorge Paniagüe y Marco Benavente. (No se piquen aquellos cuyos nombres omito por razones de brevedad).
Y es que, como suele ocurrir, al acabar los estudios cada quien emprende su camino: en algunos casos por motivos de trabajo o de estudios salen fuera del país, otros al contraer matrimonio ya tienen otras prioridades, cada cual construye su vida, esperamos que para bien.
La emoción y la alegría del “reencuentro virtual” que he tenido en estos días ha sido una experiencia, que ha fortalecido la amistad que me une a la gente de la Universidad, a quienes recuerdo con muchísimo cariño. El poder reencontrarme a través del Internet con mis amigos, el hecho de saludarles, colocar fotografías de nuestra época de estudiantes, de que estas fotos den origen a comentarios llenos de recuerdo y de nostalgia, e incluso de colgar nuestras fotografías en la actualidad con nuestras actividades o familias, hace que, parafraseando a San Pablo, “nos sintamos cerca los que antes estábamos lejos”, que podamos compartir experiencias, que a la distancia podamos saludarnos a través de una computadora, que hagamos que esa amistad no sea algo del pasado sino del presente, a pesar de las circunstancias que no nos permiten vernos personalmente.
Y este “reencuentro virtual” ensancha el corazón y la esperanza de que pronto pueda darles un fuerte abrazo, recordar viejos tiempos y compartir nuestras experiencias, esta vez en vivo y en directo.

COMO UN NIÑO

Este texto lo escribí durante mis Ejercicios Espirituales en Agosto del 2008.
Con un corazón de niño, me imaginaba como sería el encuentro con Jesús.

Como un niño
que sonríe
corro a tus brazos
amigo Jesús…

Con el corazón palpitando de alegría,
Con la ilusión de abrazarte,
Corro a tus brazos
Amigo Jesús…

Que importa la edad que tenga,
Las ilusiones y los dolores;
Sólo me siento como un niño
Libre y alegre
Y corro a tus brazos
Amigo Jesús.

Se que al llegar me abrazarás,
Ya no habrá llanto
Ni pena.
Será un abrazo con una sonrisa
y por eso, lleno de alegría,
Por un camino bello y de rosas,
Corro a tus brazos
Amigo Jesús.

“Si no se hacen como niños
No entrarán en el Reino de los cielos”

viernes, 9 de enero de 2009

SOBRE CABALAS Y SORTILEGIOS

Muchas veces los medios de comunicación difunden diversas predicciones y vaticinios sobre el Perú y el mundo; sobretodo en los días cercanos al Año Nuevo nos han bombardeado con cábalas y rituales (nuevos y antiguos, todos infalibles) para que en el año venidero tengamos salud, dinero y amor.
Sin embargo, parece que, como cristianos que somos, ponemos nuestra confianza y esperanza en lo que digan todos estos brujos, adivinos, lectores de cartas, etc. (quienes deben haber sido muy consultados); y nos olvidamos de que Dios, nuestro Padre, busca y vela por nosotros mejor que otros.
¿Se han puesto a pensar que tan “infalibles” son todas esas cábalas y rituales? ¿Puede un baño de florecimiento, una prenda de determinado color, un perfume u otro tipo de acciones, cambiar el curso de nuestra vida o de nuestra historia? ¿Cuántos de esos lectores de cartas y de tarot puede predecirse su propio futuro y asegurarse una vida sin problemas? Y por si fuera poco: ¿cuántos de los que han sufrido accidentes o desgracias al comienzo de este año (y de otros años) han realizado minutos antes de su desgracia los famosos “rituales y cábalas” para recibir y ser felices en el año que comienza?
Todos queremos (y es legítimo y bueno) tener salud (eso nos permite trabajar y disfrutar de la vida), dinero (para no sufrir a causa de la crisis económica) y amor (es una necesidad amar y ser amado). Pero eso no se consigue con rituales y cábalas. NINGUN RITUAL O CABALA NOS ASEGURA EL BUEN RESULTADO.
¿No será que no confiamos en Dios, que es nuestro Padre y quiere nuestro bien, que necesitamos recurrir a todo tipo de recursos para asegurarnos lo que Dios no puede o no nos quiere dar? Ese es el punto fuerte. Parece que no queremos que se haga la voluntad de Dios sino la nuestra. Insisto todos necesitamos y queremos una vida con menos problemas, pero la vida transcurre con sus alegrías y sus penas: ninguna cábala va a impedir que nos enfermemos si es que se dan las condiciones para ello; todos vamos a morir antes o después, con cabalas o sin ellas; ninguna cábala va a hacer que hayan mayores beneficios económicos, que aumente el trabajo, que se eviten desastres naturales, que hagamos un viaje.
No hay que angustiarse por el futuro, a cada día le basta con su propio peso. No andemos preocupados por que comeremos o que vestiremos, sino, al contrario, confiemos en que Dios nos proveerá. Pero eso no quiere decir echarse al abandono, “a Dios rogando y con el mazo dando”, es decir trabajando cada uno, desde su trabajo y realidad, para construir el reino de Dios y su justicia: los estudiantes, los obreros, los profesionales; para construir el Reino, no hace falta ninguna cabala, sino poner nuestro esfuerzo en cumplir cada quien con su deber, en santificar el trabajo humano y viviendo una vida santa.
Que el Señor fortalezca nuestra confianza en Él, que es el Padre bueno de toda la humanidad y que quiere lo mejor para nosotros.

Nota: Escribí este artículo en Enero del 2005, mientras sintonizaba Radioprogramas del Perú, y por ratos, se escuchaba el horóscopo y la lectura de cartas de “Amatista”.