domingo, 15 de junio de 2014

GOCE, VEINTE AÑOS DESPUES

Ayer, Sábado 14 de Junio, nos reunimos con mis amigos de la promoción 1994-I "Dr. Luis Hernández Berenguel - Dr. Humberto Medrano Cornejo", de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, para conmemorar los veinte años de nuestra graduación. Tenía preparadas unas cuantas palabras que decirles, pues pensé que dirían "Que hable el padrecito"; pero las circunstancias y la hora que, como siempre, hizo que me fuera temprano ("en eso no has cambiado", me dijeron), no me permitió dirigirme a ellos. 
Ahora, con mas calma, les escribo lo que pensaba decirles y creo que, cuando lo lean, lo podrán saborear con más calma y con mas cariño. El mismo cariño que siento por todos mis amigos de GOCE.

Queridos amigos y amigas de GOCE:
Han pasado casi veinte años desde aquella memorable noche del Miércoles 10 de Agosto de 1994 en que nos graduábamos en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, y con ello terminábamos los estudios en dicha casa de estudios. Decir que "nos graduábamos", es solo una forma de hablar, ya que varios de nosotros teníamos que matricularnos al día siguiente en algún curso que nos faltaba para terminar la carrera, y no falto quien, ante el desconcierto de sus padres que no entendían porque tenían que matricularse de nuevo si ya se estaban graduando, les metieron el "viejo cuento" de que se trataba de "cursos de especialización".
Quisiera invitarlos a mirar el tiempo pasado y preguntarnos "¿de qué le tengo que dar gracias a Dios en estos veinte años?". Unos darán gracias por el desempeño profesional como abogados que, en algunos casos, es más notorio que en otros: a Julio Rodríguez lo vemos opinando en materia penal, Paul Duclós estuvo entre los diplomáticos del Perú en el Tribunal de La Haya, Iván Lanegra ha sido Viceministro de cultura... Otros darán gracias por el desempeño en otros campos: Homi como traductora, Salvador Del Solar destaca como actor. a Chalo Quijandría lo vimos como periodista igual que a Beatriz Llanos, César Galindo ha sido Congresista... Otros, por el don la familia, la paternidad o la maternidad, por haber superado alguna dificultad o haber alcanzado las metas trazadas... Yo, por mi parte, doy gracias a Dios por el hábito de Hermano Oblato de Nuestra Señora de la Soledad que llevo.
Todos tenemos algo de que dar gracias en este tiempo transcurrido y, si abrimos bien los ojos, nos daremos cuenta de que nuestra vida va dando frutos, que en medio de todo Dios va disponiendo de todo para nuestro bien, aun de las experiencias difíciles que hemos vivido; que nuestra vida no ha sido estéril.
Pero también les invito a mirar hacia el futuro y a soñar de nuevo, como lo hicimos hace veinte años. Alguno me dirá que ya no estamos en edad de soñar con el futuro (por allí conversaba con Nano Zaragozá y con Gillian Paredes y me decían que ya no tenemos la misma vitalidad de antes); que ya tenemos una vida armada, que ya no hay nada nuevo en que pensar... y quizás por allí salga algo de pesimismo.
Llegar (y pasar las cuatro décadas) no significa que la vida no nos ofrezca novedades, que ya todo está hecho, y que lo único que queda es seguir así, caminando hacia la jubilación (aun lejana). Creo que la vida nos presenta nuevas experiencias, nuevos retos, nuevos sueños; podemos volver a tomar decisiones, a comenzar, a retomar caminos que, por diversas razones hayan quedado truncados. Quizás esto les evoque la película "A los 40" que recientemente se ha estrenado; a mi, mas bien, me recuerda a una canción que cantamos al final del primer scketch de las Olimpiadas de 1992:

"Toma mi mano y júntala a la tuya
hagamos que florezca al fin la paz,
el futuro nos espera siempre nuevo
con mis amigos todo vuelve a comenzar"

Les animo a soñar, a mantener la ilusión y la alegría de la juventud, a mirar con optimismo ese futuro "siempre nuevo"; y a seguir adelante en los caminos que hemos emprendido.
Que Dios les bendiga a cada uno de ustedes. Yo les agradezco el cariño que desde los tiempos universitarios me han regalado, a veces entre broma y broma, y los encomiendo en mis oraciones con mucho cariño. Guardo de Goce los mejores recuerdos, y creo que, si ahora me ven como Hermano Oblato, es gracias a sus oraciones, y a que ustedes creyeron, mucho antes que yo, que este es mi camino.

¡Gracias Goce, por tanto bien recibido!