viernes, 14 de diciembre de 2018

COLOR ESPERANZA

Hace unas semanas recibí la invitación para asistir a la graduación de la promoción de Primaria de sexto grado de la Institución Educativa "Hermano Anselmo María" y hacer una oración por los alumnos. Gracias a Dios ese día no tenía que tocar ninguna Misa por la noche, así que acepté gustoso la invitación; además de los casi sesenta niños que egresaban de la primaria había preparado a casi la mitad para recibir la Primera Comunión, por lo que fui con "deseo grande" de compartir esa celebración con ellos.
Llegue cuando los niños hacían su ingreso al auditorio, escuchaba sus reseñas, sus saludos y sus sueños para el futuro: muchos admiraban a sus profesoras y deseaban ser futbolistas o youtubers... sueños de niños que habían visto este año a la selección nacional en el mundial de fútbol y que se abren al mundo a través del internet (que en mis tiempos ni soñábamos que podía existir).
Después de la oración y reflexión que hice, vinieron los discursos, reseñas, agradecimientos, la presentación del coro del Colegio... Eran dos secciones de sexto grado y cada maestra se dirigió a sus alumnos con mucho cariño y en su propio estilo: una con un toque más personal, felicitando a cada alumno por sus logros que los hacían únicos como personas; y otra se dirigió al grupo, dándole aliento y sintiéndose contenta de que el nombre de la promoción "Luchando unidos por un sueño" era una realidad: verlos trabajando unidos era la coronación de su obra.
El plato fuerte de toda graduación es la entrega de los recuerdos (o diplomas) a los graduandos: me tocó entregar algunos, aunque confieso que me hubiese gustado entregarlos a aquellos que he conocido y tratado por la catequesis, con todo felicité con cariño a cada uno pues, aunque apenas alguna vez me hayan saludado en el colegio, para ellos era un momento importante y había que hacer que ellos se sientan como tales.
Pero, antes de la entrega de recuerdos hubo un momento en que se me hizo un nudo en la garganta: los niños entonaron la canción de Diego Torres "Color esperanza": fue impresionante oir con mucho entusiasmo:
"Saber que se puede, querer que se pueda,
quitarte los miedos, sacarlos afuera,
pintarse la cara color esperanza,
tentar al futuro con el corazón"
No pude evitar derramar unas lágrimas: estos niños Luchan unidos por un sueño, y desde su situación personal (algunas de las cuales he conocido y no han faltado cruces difíciles de llevar) miran al futuro con una sonrisa de esperanza, entusiasmo e ilusión. Solo espero que no dejen de luchar por sus sueños, aunque no creo que alguno sea youtuber (nadie vive de eso), pero si me daría mucho gusto ver algún futbolista por allí.
Después de la ceremonia, del compartir y las fotos, me puse a pensar: en estos tiempos de corrupción, de divisiones y tensiones (como las que atraviesa mi querida Pontifica Universidad Católica del Perú) ¿no podríamos pintarnos la cara color esperanza y tentar al futuro con el corazón? ¿No podríamos caminar con ilusión, romper fronteras y tender puentes para acoger y abrazar a los otros? ¿No podríamos nosotros también luchar unidos por este sueño?
Recordando esta noche los rostros sonrientes de Anthony, Ismael, Alvaro, Mauricio, Cristhoper, Renzo, Gabriel, Jordy, Víctor, Jayden, Franco, Samir, Miguel, (perdonen que no ponga todos los nombres)... quiero, mirando el presente, soñar y cantar con ellos que "lo imposible se puede lograr, que la tristeza algún día se irá...", que hay esperanza, "que las ventanas se pueden abrir, cambiar el aire depende de ti". cambiar de actitud, de corazón depende de nosotros con la ayuda de Dios.
Gracias Promoción 2018 por tanto bien recibido.

Les invito a escuchar la canción aquí