martes, 11 de diciembre de 2012

REQUIEM PARA DOS JESUITAS

P. ENRIQUE MONTEVERDE, S.J.
(+ 11 de Diciembre del 2000)
Querido P. Enrique:
¡Cómo ha pasado el tiempo!
Ya son doce años en que te fuiste de Desamparados, habiendo sido Párroco de Desamparados durante mas de veinte años. Te fuiste en silencio, sin molestar a nadie. "No sabías ni el día ni la hora", pero estabas preparado para el encuentro con Jesús, pues hacía solo dos días que habías terminado tus Ejercicios Espirituales. Y trabajaste hasta el último día que el Señor te dió: tenías que atender a unos novios que habías citado, pero ya no bajaste al Despacho Parroquial porque ya estabas delante de Dios. Cuando años después tus hermanos jesuitas me obsequiaron tu libro de la Liturgia de las Horas, todavía estaban marcadas las páginas del oficio del Lunes 11 de Diciembre, Lunes de la II semana de Adviento.
Quienes te recordamos lo hacemos con cariño: a pesar de tu seriedad que a veces "daba miedo", sabíamos que eras un hombre bueno, un Buen Pastor, un hombre prudente y generoso. La Compañía de Jesús y la Iglesia querían encomendarte cargos de gran responsabilidad (y también de mucho prestigio), tú preferiste quedarte entre nosotros. 
Quienes trabajamos cerca de ti conocimos muy de cerca tu preocupación por la gente necesitada de Breña; de como te preocupabas por el Comedor Parroquial, el Club de Madres, el Dispensario Médico Parroquial. Fuiste paciente con nuestros errores y defectos. Soy testigo de tu buen humor cuando nos reuníamos en el Consejo Pastoral con los representantes de todos los grupos parroquiales, de aquella broma que me hiciste en el Despacho Parroquial antes de entrar a tus últimos Ejercicios Espirituales; o de aquella vez que te "mataste" de risa cuando en un paseo con los Acólitos nuestros amigos Raul Rentería y el H. César Patiño, S.J. me cogieron de los brazos y los pies para lanzarme a la piscina.
Tú me confiaste algunos cargos de responsabilidad en Desamparados: con solo veintidós años fui Coordinador de Liturgia de la Parroquia y mas adelante Director de Acólitos. Me ayudaste en muchas ocasiones, sobretodo debido a mi poca experiencia, a ser mas prudente; me animaste a preparar muchas actividades para los Acólitos de Desamparados, algunas de las cuales las financiaste. Nunca me negaste nada que estaba a tu alcance. Te preocupaste incluso por mi vida profesional, al punto que gracias a ti se implementó el Centro de Conciliación Extrajudicial.
Los que te conocimos y trabajamos a tu lado te agradecemos por todo lo que hiciste por nosotros. Yo te agradezco por tanto bien recibido. Y ahora que estás delante de Dios, te pido que ruegues por esta Comunidad Parroquial de Desamparados, que le pidas a María por nosotros que, desde que se fueron tus  Compañeros Jesuitas, nos sentimos mas desamparados y solos que nunca.
¡Hasta siempre P. Enrique!

P. ROBERTO BECKMAN, S.J.
(+ 7 de Diciembre del 2011)
P. Roberto:
De lo que más nos acordamos es de tu sonrisa y tu buen humor. Nunca te vimos enojado, siempre sonriente, trasparente, sencillo.
Me acuerdo mucho de que, cuando te revestías para la Misa, con ese toque de buen humor, sacabas la cabeza por el agujero de la casulla y nos decías "¡Hola!". Los acólitos te recuerdan así con cariño, mas aún cuando años después solo veian rostros serios y muy "ceremoniosos" en aquella sacristía donde antes encontraban amigos que los acogían con cariño.
Yo te recuerdo cuando llegaste aquel 11 de abril de 1992 a Desamparados, venías como Superior de la Comunidad. También tu recordabas como llegaste el 28 de Octubre de 1960 a Lima, cuando fuiste a alojarte al Colegio de la Inmaculada (que por ese entonces estaba en la Av. La Colmena en el Centro de Lima); al ver a tanta gente cerca al colegio pensaste que toda esa gente "había salido a las calles para recibirte"; no sabías que habían salido a encontrarse con el Señor de los Milagros que aquel día recorría aquellas calles. Bueno, mas bien creo que fue el Señor de los Milagros, el que salió a recibirte con los brazos abiertos, animándote a hacer una labor fecunda entre nosotros.
Y claro que fue fecunda: Superior y Rector en el Colegio de San José de Arequipa, y después durante muchos años Director del Centro de Espiritualidad Ignaciana, donde acompañaste espiritualmente a muchos religiosos y laicos, dándoles cursos y Ejercicios Espirituales. No sabes como recuerdo cuando, con motivo de Navidad, me decías "Hola, Dios con nosotros" (="Hola Manuel"); o me decías el 1 de Enero "No nos vemos desde el año pasado".
Te gastaste y desgastaste por el Reino de los Cielos. ¡Y vaya que te gastaste mucho! Yo te vi envejecer, vi como tu salud se deterioraba... En varias ocasiones tuvimos que auxiliarte durante las Misas, porque tu salud ya no respondía; muchas veces confiaste en mi para que te guiará en las Misas.
Recuerdo que en Julio del 2007 te fuiste de vacaciones a tu patria, Estados Unidos. "Voy por un mes y regreso". No fue así, ya tus superiores se dieron cuenta que no podías seguir trabajando como antes. Solo volviste en Noviembre para despedirte del Perú, y el 23 de Noviembre, celebraste tu última Misa entre nosotros. Aun recuerdo tu rostro sonriente en la última foto que te tomé junto con los Acólitos y tus Compañeros Jesuitas, y que por desgracia no conservo.
P. Roberto: fuiste un Santo. ¡Qué duda cabe de eso! Eras un hombre alegre y feliz.
Te pedimos, que ahora que "gozas de la vida con el Padre, para siempre", (palabras con las que terminabas tus homilías), nos contagies desde el cielo tu santidad, tu buen humor, tu sonrisa, tu optimismo ante la vida. Y sobretodo que nos contagies la alegría y la felicidad de tener a Jesucristo dentro de nuestros corazones.
¡Gracias P. Beckman!