lunes, 3 de marzo de 2014

GRACIAS, DESAMPARADOS


Desde que era niño mi mamá me llevaba a rezar a la Parroquia de Nuestra señora de los Desamparados, allí como cualquier pequeño travieso me metía debajo de las bancas a jugar. Allí el 30 de Diciembre de 1979 hice mi Primera Comunión (inolvidable cuando el P. Francisco De La Aldea, S.J., me hizo una pregunta en la homilía de la Misa, y el P. César Regueras, S.J. me hizo llevar las vinajeras y casi de la mano me llevó a comulgar por primera vez).
Años después en 1982 me encontré de nuevo en Desamparados con el P. Regueras cuando tenía que hacer una tarea para el colegio, comencé a ir de nuevo a Misa allí (hasta entonces había ido a San Pío X en Mirones) y le buscaba para conversar con él. Recuerdo que asistía a su Misa de 11 a.m. y después a la de 9.00 a.m. En 1983 asistía a la Misa de 8.00 p.m. que tenía el P. Pedro Barreto, S.J. (hoy Arzobispo de Huancayo) y cuyas homilías me cuestionaban mucho.
Aunque sabía acolitar, nunca fui acólito; sin embargo el primer viernes de Julio de 1984 el P. Regueras me pidió que le ayudara a llevar el incensario en la Bendición con el Santísimo. Mientras cantaban "Oh Dios Eucaristía", el sonido del órgano, el canto de la asamblea, el humo del incienso, el estar arrodillado delante del altar al que veia desde abajo, como nunca lo había visto... todo se grabó en mi corazón.
Después comencé a tener contacto con las Religiosas Misioneras Parroquiales del Niño Jesús de Praga, y en Diciembre de 1984 les ayudé a preparar el nacimiento de la Parroquia (allí aprendí todos los trucos para hacer uno bien hecho). En 1985 comencé a cantar en el coro, en 1987 a ayudar con la monición de la misa de las 8.00 a.m. y el 25 de Diciembre de 1988 comencé a tocar el órgano en la Misa. He dirigdo coro, he fundado el Coro de adultos de la parroquia,  y desde 1992 hasta el 2007 estuve a cargo de la Coordinación de la Liturgia Parroquial, misión que no siempre he desempeñado con acierto y buen tino. Gracias a Dios los Párrocos PP. Enrique Monteverde, Jorge Crooke y Enrique Rodríguez, jesuitas, me tuvieron paciencia y aprecio, y confiaron en mi; espero no haberlos defraudado.
Pero la labor a la que mas empeño y cariño le puse fue la Dirección con el Grupo de Acólitos de la Parroquia. Todo comenzó como jugando en la Semana Santa de 1989 en que tuve que suplir al Formador, Rafael Callirgos, que estuvo de viaje por esos días; 4 meses mas adelante comencé a reunirme con ellos semanalmente para ayudarles en la formación. Desde 1993 hasta Mayo del 2008 dirigí el Grupo de Acólitos y, luego de un "año sabático" estuve de regreso en Marzo del 2009.
Debo haber formado a mas de 200 acólitos en estos años, he compartido muchas cosas con ellos, la liturgia, la oración, la fe; he aprendido a jugar pelota con ellos, me he ido de campamento, de paseo, a comer, a pasear por los museos de arte religioso de Lima... No ha sido una experiencia fácil, en ocasiones he tenido dificultades por el incumplimiento de alguno, la conducta de otro; creo que es la experiencia que tiene cualquier maestro de colegio. La gran mayoría son mis amigos y guardo muy buenos recuerdos. Me da gusto ver que varios de ellos han formado un hogar, han estudiado una carrera, incluso uno de ellos es sacerdote de la Compañía de Jesús. Guardo de ellos los mejores recuerdos, de algunos mas que de otros.
Y ahora concluye mi misión. Desde hace dos años soy Hermano Oblato de Nuestra Señora de la Soledad (de ello hablaré en otro post) y es necesario que me dedique a las actividades que me han encomendado en la iglesia de la Soledad, entre ellas la atención de la liturgia y la formación de un Grupo de Acólitos. Puedo decir, como dijo una vez el P. Carlos Murtaugh, S.J., que voy "a hacer lo mismo de siempre, pero de la mano de Dios".
Me voy agradecido con todos: con los Jesuitas, las Misioneras Parroquiales del Niño Jesús de Praga, las Siervas de San José, las Franciscanas del Buen Consejo, los Sacerdotes Diocesanos que me han permitido ayudar con los Acólitos, los Grupos Parroquiales que me han acogido con cariño, los Coros en especial el coro de adultos, los fieles; pero sobretodo de mis acólitos, de estos "Cuyes" que me han alegrado mucho en estos años, y a quienes les di lo mejor de mi formación. Bien dijo de ellos el P. Pedro Gassó, S.J.: los acólitos son mi espina y mi corona.
Solo les pido que recen por mi, para que sea fiel a mi vocación de Hermano Oblato de Nuestra Señora de la Soledad.

¡GRACIAS DESAMPARADOS!
¡GRACIAS POR TANTO BIEN RECIBIDO!