martes, 27 de mayo de 2014

EL CRISTO DEL DESCENDIMIENTO

Corría el año de 1603, cuando el 13 de Abril un grupo de españoles venidos de Sevilla fundan en la iglesia de San Francisco de esta Ciudad de los Reyes (Lima), la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, cuya misión era solemnizar la celebración del Viernes Santo en esta ciudad, de la misma manera que se hacía en los reinos de España. Por aquel entonces Santo Toribio de Mogrovejo era Arzobispo de Lima; a pocas cuadras, en el Convento de Santo Domingo, vivía el Hermano Martín de Porres; un poco mas allá, una Terciaria Dominica, Isabel Flores de Oliva, Santa Rosa de Lima, se santificaba en su casa; y San Francisco Solano recorría el Virreynato del Perú evangelizando a los pueblos.
La Cofradía de la Soledad, en su afán de dar mayor realce a la celebración del Viernes Santo, contrató en 1619 al escultor catalán Pedro de Noguera (el mismo que fabricó la sillería del Coro de la Catedral de Lima), para que le hiciera una imagen de Cristo, articulado en cabeza y brazos, de modo que pudiera colocarse en una cruz el Viernes Santo, reclinar su cabeza al momento de expirar, y luego ser descendido para ser trasladado en un catafalco en procesión por las calles de la ciudad. Así pues, a partir de 1620, comienza a realizarse en la Plazuela de San Francisco el "Oficio del Descendimiento", que consistía en representar la muerte de Jesús y su descendimiento de la Cruz, luego se tenía una procesión, junto con otras imágenes de la Pasión de la iglesia de la Soledad, entre ellas la de Nuestra Señora de la Soledad, y concluía con la "sepultura" de Cristo bajo el altar mayor de la iglesia de la Soledad. Como dato adicional mencionamos que el Domingo de Resurrección, salía del mismo lugar una imagen de Cristo Resucitado que se encuentra, por ahora, en la Catedral de Lima. Dos cuadros del siglo XVII que se encuentran en la Sala de Cabildos de la iglesia de la Soledad (que actualmente funciona como capilla provisional) nos muestran el esplendor de esta procesión en la que participaban mas de mil penitentes.
Estamos en una época en la que los oficios litúrgicos se tenían en latín y muchos pobladores eran analfabetos, por lo que las representaciones de la Pasión de Cristo (música, pintura y escultura) eran un medio de acercarse al Misterio Pascual "cómo si presente estuviese". Y en ese contexto del barroco limeño (siglo XVII), el P. Francisco del Castillo, S.J. iniciará años mas tarde en la iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, la "Meditación de las Siete Palabras de Cristo" (que después el P. Alonso Messía, S.J. convertirá en el tradicional "Sermón de las Tres Horas"), cuya única finalidad es reflexionar sobre las Palabras que Jesús dijo mientras agonizaba en la cruz.
La Independencia del Perú hizo que decaigan todas las devociones de origen español, y por ello dejó de realizarse la procesión penitencial del Viernes Santo; decayendo la devoción del pueblo limeño al "Cristo del Descendimiento", quedando en el olvido. Asimismo, el paso del tiempo, hizo que algunas personas, con muy buena intención, pero con poco criterio, retocaran esta imagen en diversas épocas y, en consecuencia, perdió su belleza original.
El Sábado Santo de 1990, gracias a la iniciativa de Mons. Augusto Vargas Alzamora, S.J. Arzobispo de Lima y de Mons. Alberto Brazzini Díaz Ufano, salieron en procesión las imágenes de Nuestra Señora de la Soledad y de San Juan Apóstol; y en el 2004 vuelve a salir la imagen del Cristo Yacente. Mas adelante, en el 2006, meses después que un  incendio dañara parte de la iglesia de la Soledad, la Procesión de Penitencia de Nuestra Señora de la Soledad y del Cristo Yacente (al que se llamó el "Cristo del Santo Entierro") recupera como día propio el Viernes Santo, y junto con ello se comenzó a realizar el cortejo procesional, al mismo estilo de Sevilla, tal como se aprecia en los cuadros mencionados mas arriba.
En el año 2012, los Hermanos de Nuestra Señora de la Soledad (institución a la cual pertenezco como Hermano Oblato), restauramos la "Ceremonia del Descendimiento" después de casi 200 años, que se realiza a continuación de la Liturgia de la Pasión del Viernes Santo. Gracias a la ayuda de los Franciscanos del Convento de los Descalzos de Lima, conseguimos el Ritual que se emplea en la Basílica del Santo Sepulcro en Tierra Santa y, luego de traducirlo, lo utilizamos a partir de ese año en la iglesia de la Soledad. Es cierto que en diversas partes del Perú (por ejemplo en Lurín) se realiza esta ceremonia desde tiempos coloniales, en la cual los "santos varones" van desclavando la imagen de Jesús y la preparan para ser llevado en una procesión, en medio de cánticos y moniciones; sin embargo, el rito de la Basílica del Santo Sepulcro (que, al parecer, fue utilizado en la iglesia de la Soledad en los tiempos coloniales) es mucho más sobrio y más solemne, y en el cual el canto gregoriano acompaña discretamente el descendimiento, la incensación y la unción de Jesús para luego tener la procesión.
Pero a la restauración de la procesión del Viernes Santo y del Oficio del Descendimiento, faltaban dos restauraciones mas: la de la imagen en si, y la del nombre de la misma, ambas retocadas por el tiempo. El año pasado, los Hermanos de la Soledad le encargaron al taller del Museo "Pedro de Osma" dirigido por el maestro Álvaro Sandoval, la restauración de la imagen de Cristo; y, junto con ello, se encontró el contrato que la Cofradía de la Soledad hizo con Pedro de Noguera en 1619, que nos permitió restaurar el nombre de la imagen: "Cristo del Descendimiento", porque fue hecho para la Ceremonia del Descendimiento del Viernes Santo.
El pasado Viernes Santo, aun sin terminar su restauración, la imagen del Cristo del Descendimiento estuvo en las celebraciones de la iglesia de la Soledad. A muchos les impresionó, y quienes lo vieron en el catafalco, tenían la impresión de ver el cuerpo de un difunto envuelto en una sábana, lo cual causaba respeto y devoción.
Hoy, habiéndose concluido el proceso de restauración (que es volver la imagen a su estado original), el Museo "Pedro de Osma" de Barranco, inicia la exposición "Cristo del Descendimiento, tesoro del barroco limeño, obra del maestro escultor Pedro de Noguera" donde, además de exponerse la imagen de Cristo, se mostrará como fue restaurada la imagen y un video de la Ceremonia del Descendimiento y de la Procesión del Viernes Santo. Será una oportunidad para apreciar esta obra de arte, y con ella la expresión de fe de la iglesia de Lima que desde tiempos coloniales ha honrado a Cristo y a María en el Misterio Pascual. Los invito a visitar esta muestra en el Museo ubicado en la Av. Pedro de Osma 423, Barranco, y a animarse a colaborar con los Hermanos de Nuestra Señora de la Soledad en  restauración de la iglesia (que se está avanzando en ello) y en las imágenes.
El video lo pueden ver haciendo click aqui.
Y, a propósito de restauración de imágenes, sueño con que pronto pueda devolverse el esplendor y belleza a la imagen del "Santo Cristo de la Columna y Lágrimas", imagen de madera del siglo XVII, y cuyo costo de restauración asciende a la suma de US$ 3,000.00 (Tres mil dólares americanos) monto que, posiblemente tenga con mucha facilidad algún devoto lector de este blog. Si usted es ese lector, o quiere ayudar en algo, visítenos en la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad (esquina Jr. Ancash con Jr. Lampa, costado de las Catacumbas de San Francisco de Lima).

viernes, 16 de mayo de 2014

SIGNOS DE RESURRECCION

I
Corría la Cuaresma del 2010, y Elizabeth, una amiga de la Universidad Católica, que se encuentra en Europa y a quien no veo desde hace muchos años, retomó contacto conmigo por la lectura de este blog y por el facebook, por medio de los cuales se enteró de mi trabajo en la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados. En una de las veces que conversamos me comentó que su papá, ya mayor y con problemas de salud, se encontraba internado en una casa de reposo en Magdalena, y me pidió que fuera a visitarlo; me dijo además que él había estado vinculado a la Iglesia en su juventud y que le vendría bien una visita como la mía.
Me comprometí a hacer la visita. Sin embargo, una pregunta me asaltaba en ese momento: ¿qué podía hacer durante una visita a una persona mayor, que nunca en su vida me había visto? Aún así, en los días de la Semana Santa me lancé a esta misión, no sin antes avisar a Elizabeth para que prepararan a su papá para la visita.
Cuando llegué me trajeron al papá de Elizabeth, un señor mayor, sentado en una silla de ruedas, que no hablaba. Lo único que se me ocurrió, fue entonar algo de Canto Gregoriano (pues, como ya les dije, sabía que de joven había estado vinculado a la Iglesia). En aquel momento, el señor cambió su semblante, y me aplaudió muy suavemente (ahora que lo pienso, no recuerdo que muchas personas me hayan aplaudido por haber cantado, ya que por lo general solo canto en Misa y allí no se aplaude). Durante un momento me puse a cantar y a hablarle un poco, el señor me tomó de la mano, y en su rostro pude ver un poco de alegría.
Me costó despedirme, si mal no recuerdo la hora de visita había terminado. Pero en aquella ocasión, con solo algunos cantos en latín le devolví la sonrisa a un hombre anciano y enfermo. Cuando se lo conté a Elizabeth me agradeció la visita, que al parecer le hizo bien a su padre. Mas adelante ella se llevó a su padre a Europa a vivir con ella.
Así como yo tuve esa experiencia, muchas personas de buena voluntad dan alegría a quienes, en hospitales y asilos, viven de alguna manera la experiencia de la muerte, del dolor, de la soledad.

II
En el Jirón Aguarico, en Breña, los jesuitas tenían una casa, que en sus primeras épocas sirvió como sede del Centro de Proyección Cristiana, dirigido por el P. Eduardo Bastos, S.J. Mas adelante, la parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados utilizó dicho local para que funcione allí el Dispensario Médico Parroquial (que fue desactivado el año 2003) y un Centro de Conciliación Extrajudicial. Después bajo la tutela de la parroquia funcionó allí un Taller de Terapia y Oración para personas con problemas de drogas y alcohol. Cuando los jesuitas dejaron Desamparados se cerró el Taller de Terapia, el Centro de Conciliación se mudó a un nuevo local, y la casa quedó a cargo de unos guardianes. Hay que mencionar que después que se cerró el Dispensario Médico Parroquial aquel local fue tornándose lúgubre y triste, algo que se hizo mas visible cuando se instaló el Taller de Terapia, y mucho aún más cuando ya no funcionaba nada en ese inmueble.
Años después, mi amiga Rossana, educadora de niños por vocación y formación (a quien muchos le debemos sus enseñanzas, su paciencia y su consejo en Desamparados), compró el inmueble del Jirón Aguarico para que funcione un nido. Recuerdo que cuando ni bien lo pudo ocupar, me invitó junto con Carlos su esposo, a visitar el lugar: era un lugar desolado, me recordaba a la cárcel que había visto en una película (y ahora que recuerdo, a los calabozos de las Comisarías, de lo cual hablaré en otro momento). Rossana me dijo que, cuando los guardianes desocuparon la casa sacaron gran cantidad de basura, y que daba miedo visitar los ambientes del fondo.
Tiempo después visité la casa cuando estaba en obras; y, más adelante, cuando comenzó a funcionar el Nido que lleva por nombre "Mundo Azul". La casa había cambiado: ya no había muerte, había vida, los niños jugaban, bailaban, hacían travesuras, corrían... y vi a Rossana que era feliz porque daba un paso más en su vocación al servicio de la educación de los niños más pequeños.

* * *
La Resurrección de Jesús es el acontecimiento fundamental de nuestra fe: creemos que Él ha vencido a la muerte, y que nosotros participaremos de su victoria.
Sin embargo, corremos el peligro de "encerrarlo en la Iglesia" y no verlo en otros lugares: Jesucristo vive, nos hace a nosotros testigos de su Resurrección y nos hace a nosotros "Resucitadores": resucitan muertos aquellos que visitan a los enfermos y ancianos en asilos y hospitales dándoles alegría y consuelo, aquellos que trabajan con quienes están en la cárcel, aquellos que son capaces de transformar inmuebles desolados y le dan vida con la alegría de los niños, aquellos que educan a quienes son difíciles de educar, aquellos que dan aliento a los que sufren, aquellos que les enseñan a los que nadie quiere que ellos son también valiosos para Dios y para el mundo...
Usted, mi amable lector puede recordar muchas cosas más. ¿No ve en ellos la alegría de la Resurrección, de la vida? Eso es lo que celebramos en la Pascua: un Dios vivo, que vive entre nosotros, que nos invita a dar vida.
Quienes trabajan por esa vida, muestran la gloria de Dios que está en la tierra; hacen realidad lo que dijo San Ireneo en el siglo II: "La gloria de Dios es el hombre viviente".

Les invito a escuchar "Luz que vence a la sombra" de Miguel Manzano y José Antonio Olivar.