martes, 30 de junio de 2020

EN MISIONES - PRIMERA PARTE


Desde el año 2017 colaboro en el Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU) de la Pontificia Universidad Católica del Perú, acompañando a los jóvenes de la Comunidad de Acólitos “San Tarcisio”; parte de las actividades que realizan los jóvenes del CAPU está la proyección social en el Asentamiento Humano Juan Pablo II, en lo que llamamos “Experiencias Solidarias”. Aunque siempre me he considerado un “misionero de escritorio”, he participado algunas veces de estas actividades; en una de ellas conocí a Álvaro, un niño de 9 años que me escuchó cantar “El día que me quieras” de Carlos Gardel, lo cual, al parecer, le gustó porque me dijo “Cantas bien”; por ello la semana siguiente le mandé un video donde tocaba algo de Bach en el órgano.
En el mes de agosto del año pasado el P. Juan Bytton, S.J., en ese entonces Director del CAPU me invitó a acompañar un día a los jóvenes de “Misiones Universitarias” que se encontraban de “misiones largas” en San Juan de Lurigancho visitando casas, haciendo labor social y preparando sacramentos; yo acepté gustoso, con la idea de saludar a Álvaro, sin embargo me esperaba otra aventura…
Al llegar me enteré que teníamos que subir a un cerro (los jóvenes, que ya llevaban varios días en la zona, habían ido más temprano) para ayudar en la construcción de una casa prefabricada para una familia de escasos recursos económicos y algunos problemas de salud. La verdad no tengo espíritu aventurero ni soy amigo de subir cerros (le tengo miedo a las alturas), pero bueno, caballero nomás. Cuando llegamos al lugar indicado, (no sin antes subir escaleras de cemento, piedra y barro, y de recibir la “bienvenida” de algunos perros que estaban en el camino) encontramos a los jóvenes misioneros capitaneados por Sor Reynita, religiosa salesiana, cubiertos con mascarillas y ayudados por una “pata de cabra” en plena labor de destruir una casucha maltrecha y hacer espacio para la nueva casa. Allí conocí a varios chicos y chicas, entre ellos a Álvaro, joven estudiante de ingeniería que tenía mucha afinidad con los animales; y a Mateo, cuyos padres habían estudiado Derecho en la PUCP unas promociones antes que yo. Y bueno, a ayudar se ha dicho, aunque mucho ayuda el que no estorba.
Pero se aproximaba la hora del almuerzo (pese a ser invierno salía algo de sol) y tuve que bajar con Denilphson, estudiante sanmarquino que participaba de las misiones de la PUCP, a recoger el almuerzo. Menos mal que me ayudo a bajar, porque el miedo me haría perder el equilibrio, pero sobretodo tuvimos una agradable conversación. Recogimos el almuerzo y de vuelta al cerro para el almuerzo y continuar con la faena.
Compartimos el almuerzo con aquella familia en medio de su pobreza, (yo me cuidaba de que no se me suba ninguna pulga o garrapata de los perritos que estaban por allí); jugamos un rato y a continuar. Se armó la casa y le instalaron la luz eléctrica, acabamos pasada las 7 de la noche. En el interín al padre de aquella familia le dio un ataque de epilepsia y tuvo que ser auxiliado por el P. Juan y alguno de los jóvenes. Cuando uno ve todo eso, la pobreza, la enfermedad, piensa ¿y como harán ellos para comer? ¿de qué vivirán si, además, la madre tiene una hernia que no le deja trabajar? ¿Pueden preocuparse de otra cosa que no sea tener algo para comer y no morir de frio? Como Universidad Católica nos preocupamos para que su casa tenga también una pequeña tienda, a la cual le dimos algunos abarrotes para puedan ganarse la vida.
Siendo de noche pude bajar el cerro con la ayuda de Mateo (con quien tuve una buena conversación en todo el recorrido), y usando una lampa a modo de bastón en el brazo izquierdo. Llegamos al local comunal y comimos. Me hubiera gustado quedarme esa noche con ellos y compartir las experiencias de un día inolvidable, pero al día siguiente tenía que recoger unos documentos para la inscripción de los bautizos de los niños de la Primera Comunión del “Anselmo” (bueno tampoco había llevado mi pijama de Pokemon para dormir).
Sabía que los jóvenes tendrían otras “misiones largas” en verano, así que prometí acompañarlos al menos un par de días. Pero de eso les hablare en el próximo artículo.

ESTA HISTORIA CONTINUARA…

lunes, 8 de junio de 2020

"DIRECTOR" DE TEATRO (?)


Para los que me conocen desde niño saben que siempre me ha gustado participar en actuaciones dando discursos o declamando; incluso en algunas oportunidades organizábamos actuaciones en la casa de mi abuela materna y yo era el "maestro de ceremonias" al mismo estilo del recordado Pablo de Madalengoitia; en el colegio hice teatro, más bien serio e histórico, bajo la batuta de mis profesoras Gladys Benites y Pina Canales; después, cuando ingresé a la PUCP, me volví mas silencioso, hablaba muy poco (alguno de mis amigos pensó que fui un "niño muy callado"); sin embargo el bichito de la actuación seguía por dentro y participé en los scketchs de mi promoción en las Olimpiadas de Derecho, y pude compartir roles con Salvador del Solar (más tarde actor y Premier de la República), Paul Duclós, Enrique Felices... en realidad todos estábamos involucrados ya sea como actores, utileros, libretistas y barra.
Pero acabé la Universidad en 1994 y ya no volví a actuar, salvo en el 2000 cuando, haciendo el curso para ser conciliador extrajudicial, hicimos la simulación de una audiencia en la que por poco hago perder los papeles al conciliador, pues yo representaba a un señor con un carácter muy difícil (buen examen para quien pretende dedicarse a resolver conflictos): mis compañeros se mataron de risa y algunos dijeron "y tan calladito que se le veía" (bueno a veces me dormía en clase).
Debo confesar que algunas veces la imaginación me ha llevado a hacer alguna parodia de las historias de algunos amigos, y desde niño, junto a mis hermanos, "arreglábamos" algunas canciones de moda para fastidiar a alguien o acordarnos de nuestras mascotas.
Con todo eso en el año 2012, cuando aún era formador de acólitos en Desamparados, se me ocurrió hacer una parodia del cuento de Blanca Nieves, motivado más que nada por la actuación de Oswaldo quien, en una actuación escolar, había personificado al Psy y su famoso "Gagnam style". Para ello vi el cuento de Disney y la parodia que hizo Chespirito (muy adaptada a la realidad mejicana de ese entonces), brotaron las ideas y comencé a escribir el libreto lo más rápido que pude, poniendo el cuento en el contexto nacional de ese entonces; como tenía la idea de presentarlo con los acólitos de Desamparados en la actuación de Navidad, llevaría por título "Blanca Nieves y los siete cuyes". Por otro lado, ya iba pensando en los actores: la Reina tenía que ser una chica simpática pero con reacciones de niña engreída y caprichosa (Sofía, hermana de Rafael, era perfecta para ese papel), un Cuy líder (pensaba en Jonás), un Cuy "enamorador", un Cuy "choro" (Jimmy era perfecto), un sicario (José Manuel era el indicado: con un bividí, algún tatuaje y un corte en la cara), Óscar podría ser el frutero que lleva la manzana... solo faltaba conseguir a Blanca Nieves. Todos estaban entusiasmados excepto Oswaldo que no quería personificar al "Caballero" Psy (en alusión a "Gentelman" otra canción del rapero coreano). Y como ese papel estaba construido para que lo haga Oswaldo no hubo teatro; así que, como otros años, cantamos villancicos (no quedaba otra); y al terminar mi pastoral con acólitos en Desamparados el 2016 se esfumó la posibilidad de hacer esa comedia, guardando el libreto, hasta que...
El 2017 comencé a hacer pastoral en el CAPU, y para la velada de Navidad del 2018 pensé en el libreto que hice y que ahora llevaría por título "Blanca Nieves y los siete cracks", y para ponerlo "en contexto PUCP", Ralph me sugirió que la manzana la lleve un traficante (que no es un "narco", como pensé al principio, sino una persona que vende comida en la Universidad de manera clandestina); ver la coyuntura política (estaba fresco el asilo de Alan García en la Embajada de Uruguay)... Ya tenía en mente a Andrea, catequista de confirmación (famosa por su carácter fuerte) para ser la Reina; y Paloma para Blanca Nieves; los demás personajes se cubrían con facilidad y eran convincentes. Pero... "es muy largo, los números no pueden durar mas de 5 a 7 minutos" (y esto duraba casi 20). ¿Que hicimos en esa velada de Navidad? Villancicos como en mis viejos tiempos de Desamparados.
Llegaba diciembre del 2019 y ya pensábamos en la Velada de Navidad del CAPU, "Manuel esta vez sale el teatro", me dije Angelmario muy animado. Pero habían dado pautas y temas para los números de la velada y "Blanca Nieves" no entraba en ese esquema. Otra vez a guardar el libreto. Sin embargo quedaba poco tiempo (la gente salía de exámenes y se venía la Navidad de los niños de San Juan de Lurigancho), y los temas para la velada eran un poco forzados; así, después de un tira y afloja salio el teatro, con las demás comunidades de CAPU.
Con todo, entre gallos y medianoche preparamos la presentación; pero no todos los actores podían ensayar, se cruzaban las actividades; y por si fuera poco "Blanca Nieves" me aviso 4 horas antes de la presentación que tenia un problema, y no iba a participar (a buscar reemplazo faltando dos horas)...  No se como, con apenas 10 minutos de ensayo, una utilería muy simple y muchas ganas el teatro salió. 
El éxito fue total: un "mate de risa" de principio a fin (dicen los grandes actores que hacer reír es más difícil que hacer llorar): la coyuntura de la Universidad, la política y algunos circunstancias mezcladas de manera mas o menos ordenada (al mismo estilo que hacíamos en nuestros scketch de "Goce" en mis tiempos de estudiante en la PUCP) enriquecieron la parodia del cuento de "Blanca Nieves" que no perdió su esencia y su trama. Nos divertimos y nos aplaudieron. Lamentablemente no se filmó, pero tomaron algunas fotos que comparto gracias a la cortesía del Facebook del CAPU.
Desde aquí agradezco a Andrea (la Reina, se lució, fue ella misma), Rossy (Blanca Nieves), Eric (el príncipe), Emerson, Juan y Aramiz (los cracks), Diego (sicario), Julio (traficante), Raphi (el narrador de cuentos de "una historia muy triste, con un final muy triste" porque se casó con la reina); ¡ah! y este servidor hizo el papel de "Espejo" (volví a actuar en la PUCP después de 26 años).
Aquella noche, después de los números hubo baile y sana alegría en el CAPU, me divertí mucho con los muchachos: era gracioso gracioso oírlos cantar "por que yo no quiero trabajar, no quiero ir a estudiar, no me quiero casar..."; la pasamos muy bien como si el mundo se fuera a acabar...

* * *
En mi ultimo articulo del año pasado "Otro año que queda atrás" escribí, refiriéndome a la Velada de Navidad del Colegio "Hermano Anselmo María": "Aunque ese día no era la clausura del año escolar... esta actividad tenía un fuerte sabor a despedida y nostalgia..."; curiosamente ese mismo sentimiento lo tuve al día siguiente en la Misa de Navidad que presidió Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, y en la "Celebración de la Luz" que tiene la Universidad cada año por Navidad. Nadie sospechaba que el Covid 19 nos impediría vernos este año tanto en la PUCP como en el "Anselmo", tampoco sabemos cuanto durará esto.
Por ahora tenemos la Pastoral con los jóvenes de "San Tarcisio" de manera virtual, desde la tranquilidad de mi casa; pero no puedo negar que extraño compartir las reuniones y las misas con los muchachos, comer algo en la cafetería de artes, ya sea lo que venden allí o lo que compremos a un "traficante", tener la catequesis en el "Anselmo" y salir corriendo para irme a la PUCP y alcanzar la Misa de 1.10 p.m.; caminar por los jardines de la Universidad reflexionando o recordando mis tiempos de estudiante...
Hoy, que se me ocurrió escuchar villancicos, me entró un sentimiento de nostalgia por estos niños y jóvenes y ruego a Dios que, como ya otros han dicho, podamos pronto vernos, darnos un abrazo "y que no falte nadie".