viernes, 31 de julio de 2015

MÚSICA MAESTRO 2 - SINFONÍAS DE BEETHOVEN

Según Wikipedia "una sinfonía es un tipo de composición musical para la orquesta dividida en cuatro movimientos, cada uno con tiempo y estructura diferente". Las he escuchado desde que era niño, se me vienen a la mente la "Sinfonía del Nuevo Mundo", de Dvorak; la Sinfonía Nº 40 de Mozart; la "Sinfonía Italiana", de Mendelsshon; la "Sinfonía Patética" de Tchaikovsky. Tantas para escuchar y disfrutar...
Ludwig Van Beethoven, compositor alemán nacido en 1770 y fallecido en Viena en 1827. Pese a que poco a poco fue perdiendo la audición hasta quedar totalmente sordo tiene varias composiciones musicales realmente hermosas, siendo famosas la Sonata "Claro de Luna", la pieza musical para piano titulada "Para Elisa", el Concierto para violín y orquesta (que, según se dice, se estrenó casi sin ensayar, pues la partitura se terminó de escribir a los pocos minutos de la presentación y, por si fuera poco Franz Clement se aprendió de memoria la parte del violín solista).
De todas las sinfonías de Beethoven la mas conocida es la Nº 5, al punto que ha sido "recreada" en otros estilos musicales (se me viene a la mente la que hicieron los "Bee Gees" en la película "Fiebre de Sábado por la noche", protagonizada por Jhon Travolta, quien se lanzó a la fama por sus bailes en dicho film).
Cuando comencé a aprender a tocar el piano a los 14 años y después tocaba el órgano mi interés se dirigió a la música sacra y a la música de órgano de Bach. Escuchaba poca música de Beethoven y, pese a que en la casa de uno de mis tios tienen las partituras de sus sinfonías arregladas para tocarlas en el piano, no me di el tiempo para hacer el intento de estudiarlas
Sin embargo, cuando del 1 al 9 de Agosto del 2005, me fui a hacer los Ejercicios Espirituales bajo la dirección del P. Fernando Jimenez Figueuela, S.J., tuve la oportunidad de "reencontrarme" con las sinfonías de Beethoven ya que esta era la música que ponían mientras comíamos en silencio (bueno también nos pusieron música de Vivaldi y de otros autores). Y en ese contexto de silencio, de apertura del corazón a Dios, de revisar nuestra propia vida, de ir conociendo a Jesús internamente para mejor amarle y seguirle, de darle gracias por tanto bien  recibido, la música de Beethoven sonaba diferente, nos acompañaba y nos ayudaba a "sentir y gustar de las cosas internamente". El corazón no se abría solo a Dios, sino también al arte, que no es sino expresión de la belleza y grandeza del Creador. 
De todas las sinfonías dos se me grabaron en el corazón la Nº 6, llamada "Sinfonía Pastoral", y la Nº 7. Volverlas a escuchar no es solo conectarme con la belleza de la música, sino revivir aquellos días de encuentro con Dios, de lucha espiritual, de compartir con otras personas una experiencia silenciosa, sin cruzar palabra alguna, pero nos sentíamos hermanos y amigos, pese a que recién conversamos alegremente en el almuerzo al final del retiro.
Por eso, hoy 31 de Julio, Solemnidad de San Ignacio de Loyola, escribo estas líneas con agradecimiento a Dios por ese tiempo de gracia en que "toda la bondad de Dios pasa delante de nosotros", por aquellos hermanos desconocidos que hacían la misma experiencia que yo, aunque por rumbos distintos (actualmente tengo contacto es con mi amigo Tito García, S.J., que estudia Teología en Roma y a quien le agradezco las bromas y sus oraciones por mi en la tumba de san Ignacio), y por la paciencia del P. Fernando que me acompañó en esta experiencia, escuchando mis ocurrencias, como la versión deportiva que hice de la "Parábola de la llamada del Rey" con la que San Ignacio comienza la Segunda Semana de los Ejercicios Espirituales
Ahora que escucho esta música para escribir estas líneas, se me viene a la mente las palabras del Salmo 146 que la iglesia reza en las primeras vísperas de la Solemnidad de San Ignacio de Loyola:
"Alabad al Señor que la música es buena,
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa"
Y en esa alabanza armoniosa nos damos un abrazo con Dios.

Les invito a escuchar las piezas musicales haciendo click en cada una de ellas.

sábado, 25 de julio de 2015

MUSICA MAESTRO

Después de tres meses retomo la tarea de escribir en este blog. No es que no haya tenido nada que decir: tenía planeado escribir un artículo sobre mi gusto por la ópera para el 24 de Junio (con fecha y todo), algunas confesiones de mi vida universitaria para el 16 de Julio; y está pendiente escribir un artículo sobre el armonio de la iglesia de la Soledad, pero aún no me he grabado tocándolo. Prometo que, en las próximas semanas iré compartiendo con ustedes estas experiencias.
Como lo dije en otra ocasión, quienes me conocen saben de mi gusto por la música clásica, gusto que me viene de familia. La he escuchado desde que estaba en las entrañas de mi madre y he crecido escuchándola en casa. Recuerdo que, cuando era niño, mi papá los domingos por la noche ponía sus discos en una radiola (parecida a la que ven en la foto) que teníamos en casa. Al oir esa música se imponía el silencio que mi mamá, mis hermanos y yo guardábamos con mucho respeto. Por lo general se oían piezas sinfónicas y música de violín, instrumento que mi papá toca, mas adelante, mi papá llevó dos discos de música de piano, donde Arthur Rubisntein tocaba piezas de Chopin; y cuando en 1979 compraron un tocacasette comencé a oir la música de órgano de Bach y "El Mesías" de Handel. Se nos hizo tan familiar, tan natural, que nos parecía extraño que haya gente que no aprecie la música clásica. Por mi parte le tomé interés, cariño y gusto, mucho más que mis hermanos. 
a la música clásica se le ha llamado "música seria" o "música culta", quizás por eso algunos le tienen un poco de rechazo y otros la escuchan con cierto prejuicio. Recuerdo que, cuando iba de campamento con los acólitos de Desamparados puse un casette de música clásica en el camino y el chofer, un hombre sencillo, se sintió encantado con lo que escuchaba, pero me pregunto "¿Qué grado de instrucción hay que tener para escuchar esa música?". Yo sonreí y le dije: "Ninguno, si le gusta, disfrútela".
De entre la música que escuchábamos cuando éramos niños, un autor que mi papá le tomó mucho interés fue Pablo de Sarasate, violinista y compositor español; al punto que no solo tenía grabaciones de sus obras musicales, sino también las partituras para violín y piano (alguna vez le he escuchado tocar alguna de ellas). Y hoy, mientras navegaba por internet, se me ocurrió escuchar alguna de sus composiciones. Quizás mas que escribir sobre él (pueden buscarlo en google), lo que deseo es invitarlos a escuchar su música que, como dice mi papá, es música que llega al alma, y que a mi me trae muchísimos recuerdos.
Este gusto por la música clásica (y por la buena música) me ha servido para servir a la Iglesia en la liturgia: tocar el órgano, cantar lo mejor que se pueda (recuerdo a un niño del Colegio "Hermano Anselmo María" que me preguntó "Manuelito ¿tú has cantado en la ópera?"), a buscar buenas piezas musicales para ambientar los templos, a apreciar y hasta cantar el canto gregoriano. Y porque no, también a apreciar la música popular y descubrir que tienen mucho de decir (siempre que escucho una canción presto mucha atención a la letra). La música nos puede llevar a Dios y a apreciar la belleza que viene de Dios.
De Pablo de Sarasate les invito a escuchar (haciendo click en los nombres): "Viva Sevilla" (que espero les agrade a mis Hermanos Soleanos), "Malagueña""Habanera""Capricho Vasco""Romanza Andaluza""Jota Navarra" y "Zapateado"; que son las piezas musicales que mas recuerdo haber oido de niño.
¡Que las disfruten!