Vivimos en un país maravilloso, como canta Luis Enrique Ascoy: tenemos variedad de climas, paisajes muy bellos, una cultura milenaria... y muchas cosas mas. Pero junto con eso nos encontramos en una zona altamente sísmica: la placa de Nazca nos ocasiona movimientos telúricos cada cierto tiempo, algunos de gran magnitud y otros no pasan de ser simples remezones. Sobre este tema pueden revisar http://es.wikipedia.org/wiki/Placa_de_Nazca
Los sismos en el Perú han formado parte de nuestra historia, y hemos tenido que aprender a convivir con ellos. Parte de esa convivencia consiste en aprender a actuar en estas circunstancias y por ello, en los últimos 30 años se han ido realizando, en diversas oportunidades, simulacros de sismo, es decir ensayos de cómo se debe actuar ante un temblor o terremoto.
Personalmente, tengo mis dudas sobre la efectividad de estos simulacros, porque una cosa es actuar ante un sismo ficticio (el sismo es el toque del timbre o de la campana), con sobreaviso (se sabe el día y la hora, así que todos preparados), con todo friamente calculado, e incluso con personas que hacen el papel de heridos; y otra cosa es la realidad: cuando el sismo (del grado que sea) nos coge de sorpresa, sin avisar y justo en el momento mas inoportuno, la tierra se mueve de verdad (nadie toca el timbtre o la campana) y por el susto actuamos como actuamos, suceden accidentes, los muertos y heridos son de verdad y no hay ambulancias o helicipteros preparados para auxiliarnos. Ya lo pasamos en el 15 de Agosto del 2007: todo estaba de lo mas normal hasta que un terremoto de 7.9 grados nos sorprendió, el tráfico se congestionó, el sistema telefónico colapsó, y sucedió lo que sucedió.
Insisto, tengo mis dudas sobre la efectividad de estos simulacros, y para ello les cuento este "caso de la vida real" (no hay nada inventado).
Era el año de 1995 y yo era practicante en el INAP (Instituto Nacional de Administración Pública, desactivado por obra y gracia del gobierno de Fujimori y del Congresista Ricardo Marcenaro), y el 31 de mayo se cumplían 25 años del terremoto que en 1970 destruyó gran parte del Callejón de Huaylas en el departamento de Ancash. Con este motivo se organizó un simulacro de sismo. En el INAP el encargado de Defensa Civil era el Ingeniero Fuentes, quien nos convocó a una reunión para motivarnos (bajo severas sanciones) a participar en dicho simulacro, presentandonos un panorama apocaliptico en el caso de darse un sismo (el edificio del INAP colpasaría, se vendría todo al suelo, etc. etc.). Con todo eso el 31 de mayo se realizó el simulacro y todo bien: ya estábamos preparados para un movimiento telúrico y sabíamos actuar guardando la debida calma.
Pues bien a las tres semanas se dio la oportunidad de poner en práctica lo aprendido en el simulacro: un temblor de verdad remeció la ciudad de Lima. Y por supuesto hicimos lo que hacemos en estos casos: algunos serenos, otros se quedaron en sus lugares y otros (como de costumbre y eso es inevitable) entraron en pánico.
¿Y que hice yo? Algo que nunca hice antes: cogí mi cámara fotográfica y tomé esta foto a mi colega abogada gritando y llorando de miedo durante el temblor (no podía perder esta oportunidad).
Días después, cuando revelé la foto (ya había terminado mis prácticas en el INAP) la envié al Ingeniero Fuentes para mostrarle los resultados reales del simulacro. Según me contaron, él la publicó (sospecho que con buen humor) diciendo que eso es precisamente lo que no se debe hacer en estos casos.
Creo que, cuando se hagan simulacros de sismo, habrá que ensayar como actuar frente a las personas que entran en pánico (que no son pocas) y también frente a los fotografos traviesos.
3 comentarios:
Buena foto, mientras màs preparados a enfrentar a un sismo este la gente es mejor hay paises de ejemplo como Japòn que dicho sea de paso tambien es altamante sismico pero las consecuencias a mi parecer siempre son minimas por que?, saludos.
Sueles..
ser bien malos y tus bromas suelen ser de mal gusto.. en fin... ojala que no te mueras en un sismo..jaja..
GiOh...
Bueno, no creo que sea una broma de mal gusto, sino mas bien una travesura que hice porque la oportunidad se dio. Saludos.
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