Hoy la Iglesia universal celebra la memoria de Nuestra Señora de los Dolores, y la Familia Soleana la celebra recordándola en el misterio de su Soledad, en la iglesia ubicada al costado de las Catacumbas de San Francisco, en el Centro histórico de Lima.
Estas celebraciones en torno a las imágenes de María nos hacen contemplar el dolor de Nuestra Señora en diversos momentos de la vida de Jesús, sobretodo en el misterio de su Pasión y Muerte. Sin embargo, corremos el riesgo de quedarnos en el aspecto puramente devocional, sin ninguna conexión con nuestra vida.
Para quienes hemos recordado en la iglesia de la Soledad, en los días previos al 15 de Septiembre, los Siete Dolores de Nuestra Señora y hemos participado con el corazón atento de las oraciones y la liturgia de estos días, nos vamos dando cuenta de que estos dolores no son solamente una devoción recreada por el arte y la piedad popular, sino que son los dolores de la humanidad redimida por Jesucristo, que se hacen visibles hoy en tantos hombres en el mundo. ¿Quién no sufre al enterarse de la enfermedad grave de un familiar, como María ante la Profecía de Simeón? ¿Cómo no recordar la Huida a Egipto cuando hemos visto al niño ahogado en la playa de Turquía? ¿Cuántos padres y madres no sufren cuando sus hijos se alejan, como María cuando Jesús se perdió en el templo? ¿No han visto ustedes a tantas madres encontrando a sus hijos en la Calle de la Amargura, cuando los van a ver al hospital o a la cárcel? ¡Qué dolor tan terrible es ver morir a un hijo (y lo he visto de cerca en familiares y amigos)! ¡Cuanto ha sufrido María cuando recibe el cuerpo muerto de Jesús, como tantas madres y padres que deben recoger a sus hijos de un mortuorio! Y al final, la Soledad de María, como tantos que se quedan solos con sus problemas, sus dificultades, su dolor, con la soledad de la vida. Parafraseando lo que dijo una de las integrantes de la Cofradía de la Soledad: quien ha pasado por esto, sabe lo que María ha sufrido.
Y allí necesitamos un consuelo, una mano que nos proteja, que nos haga sentirnos acompañados. Una mano maternal. Y allí está la mano de María, de Nuestra Señora de la Soledad. ¡Tus dolores son los de María ¡Ella sufre contigo!
Ponte a sus pies, ella que sabe lo que es estar sola, sin nadie, "Sola con su soledad", será tu compañera, tu consuelo. ¿Hay problemas en tu casa? Busca a María. ¿Has perdido a un ser querido? Acude a María. ¿Te han abandonado tus amigos? María no te abandona. ¿Atraviesas por una dificultad? Cuéntale a María. ¡Tienes una enfermedad o defecto, quizás horrible y vergonzante, de esos que asustan a todos? María te espera, ella no se asusta de nada.
Ella, Nuestra Señora de la Soledad te espera con los brazos abiertos para escucharte y acogerte. Ella, a quien con cariño la llamamos "Guapa", por lo hermosa que la vemos en su altar; es mucho mas guapa y hermosa de corazón con sus hijos que están solos.
Ella es Madre dolorosa, te comprende, te escucha. Búscala en tu soledad.
Y como hizo con Jesús, ella estará al pie de tu cruz y te recibirá en sus brazos.
Y de la mano, con el cariño de una madre que defiende y protege a sus hijos, te llevará a Jesús cuyo corazón es ternura y misericordia.
"ECCE MATER TUA"
Ahí tienes a tu Madre,
Ahí tienes a tu Madre,
(La imagen de Nuestra señora de la Soledad se venera en su templo ubicado en la Plazuela de San Francisco, esquina de Ancash y Lampa, en el Centro de Lima. Allí María te espera. Los Domingos tenemos Misa comunitaria a las 12.00 m.)
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