Agachados: Lupe, Magaly, Mirko y Patty.
Diciembre de 1992
En un artículo anterior les comentaba que Carlos, acólito de la parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados, me dijo una vez “Manuel, tú te emocionas cuando hablas de tus amigos de la Universidad”. Pues bien, esta emoción la he vuelto a sentir al reencontrarme con varios amigos de La Católica, a través de http://www.facebook.com/, una de las tantas páginas para “hacer amigos” (como el famoso “Hi5”), a la cual me incorporé, curiosamente, por una invitación de Carlos.
Con varios de ellos no tenía contacto desde que acabamos los estudios, como el caso de Lupe Rodríguez, Enrique Ferrand, Salvador del Solar, Paul Duclós, Tiki Mejía; con otros ya me había encontrado en diversas ocasiones, como es el caso de Alex Contreras, Homi Rodríguez, Eduardo Guevara, Ronald Fernández Dávila, Mirko Peraltilla; además he podido tener contacto con gente de otras promociones de la Facultad de Derecho de la Católica, como es el caso de Raul Campos, Jorge Paniagüe y Marco Benavente. (No se piquen aquellos cuyos nombres omito por razones de brevedad).
Y es que, como suele ocurrir, al acabar los estudios cada quien emprende su camino: en algunos casos por motivos de trabajo o de estudios salen fuera del país, otros al contraer matrimonio ya tienen otras prioridades, cada cual construye su vida, esperamos que para bien.
La emoción y la alegría del “reencuentro virtual” que he tenido en estos días ha sido una experiencia, que ha fortalecido la amistad que me une a la gente de la Universidad, a quienes recuerdo con muchísimo cariño. El poder reencontrarme a través del Internet con mis amigos, el hecho de saludarles, colocar fotografías de nuestra época de estudiantes, de que estas fotos den origen a comentarios llenos de recuerdo y de nostalgia, e incluso de colgar nuestras fotografías en la actualidad con nuestras actividades o familias, hace que, parafraseando a San Pablo, “nos sintamos cerca los que antes estábamos lejos”, que podamos compartir experiencias, que a la distancia podamos saludarnos a través de una computadora, que hagamos que esa amistad no sea algo del pasado sino del presente, a pesar de las circunstancias que no nos permiten vernos personalmente.
Y este “reencuentro virtual” ensancha el corazón y la esperanza de que pronto pueda darles un fuerte abrazo, recordar viejos tiempos y compartir nuestras experiencias, esta vez en vivo y en directo.
Con varios de ellos no tenía contacto desde que acabamos los estudios, como el caso de Lupe Rodríguez, Enrique Ferrand, Salvador del Solar, Paul Duclós, Tiki Mejía; con otros ya me había encontrado en diversas ocasiones, como es el caso de Alex Contreras, Homi Rodríguez, Eduardo Guevara, Ronald Fernández Dávila, Mirko Peraltilla; además he podido tener contacto con gente de otras promociones de la Facultad de Derecho de la Católica, como es el caso de Raul Campos, Jorge Paniagüe y Marco Benavente. (No se piquen aquellos cuyos nombres omito por razones de brevedad).
Y es que, como suele ocurrir, al acabar los estudios cada quien emprende su camino: en algunos casos por motivos de trabajo o de estudios salen fuera del país, otros al contraer matrimonio ya tienen otras prioridades, cada cual construye su vida, esperamos que para bien.
La emoción y la alegría del “reencuentro virtual” que he tenido en estos días ha sido una experiencia, que ha fortalecido la amistad que me une a la gente de la Universidad, a quienes recuerdo con muchísimo cariño. El poder reencontrarme a través del Internet con mis amigos, el hecho de saludarles, colocar fotografías de nuestra época de estudiantes, de que estas fotos den origen a comentarios llenos de recuerdo y de nostalgia, e incluso de colgar nuestras fotografías en la actualidad con nuestras actividades o familias, hace que, parafraseando a San Pablo, “nos sintamos cerca los que antes estábamos lejos”, que podamos compartir experiencias, que a la distancia podamos saludarnos a través de una computadora, que hagamos que esa amistad no sea algo del pasado sino del presente, a pesar de las circunstancias que no nos permiten vernos personalmente.
Y este “reencuentro virtual” ensancha el corazón y la esperanza de que pronto pueda darles un fuerte abrazo, recordar viejos tiempos y compartir nuestras experiencias, esta vez en vivo y en directo.
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