sábado, 19 de noviembre de 2011

EL DISCURSO QUE NO PRONUNCIE

Ayer, Viernes 19 de Noviembre, la I.E. "Hipólito Unanue", Colegio donde estudié, cumplia 63 años de existencia; fecha en la cual mi promoción "José Carlos Mariátegui 1986" celebraba sus Bodas de Plata. Yo deseaba dar el discurso a nombre de la promoción y tenía preparado algo, pero en el programa ya estaba designado otro compañero, Jorge Quijandría Ascensio. Jorge no llegó, y aunque alguno sugirió la idea de que yo lo hiciera, preferí callar por varios motivos: la gente no me prestaría atención (los discursos en estas ocasiones son tediosos y casi nadie los escucha); ya había hablado mucho en mis tiempos escolares; algunos alumnos de la escolta se estaban desmayando; y además, si Jorge estaba programado, había que respetar la designación. Sugerí hablar en el brindis, pero al final no dije nada.
Por eso decidí poner por escrito ese discurso, que sospecho lo leerán varios integrantes de mi promoción. Creo que por este medio, me prestarán mas atención (y llegará a mas gente) que el día de ayer.

Señor Director de la Institución Educativa "Hipólito Unanue"
Señores Profesores y Ex Profesores de esta Institución educativa.
Señores Ex alumnos de las diversas promociones.
Delegaciones invitadas.
Alumnos.
Hace 25 años un grupo de mas de 460 jóvenes salimos de las aulas de este Colegio tomando diversos rumbos: algunos fuimos a la Universidad, otros realizaron otros estudios, otros a trabajar; muchos han formado una familia y otros están en camino a formarla. Hoy, un puñado de ex alumnos hemos regresado para dar gracias a nuestro Colegio, por la formación que recibimos.
Es verdad que el Colegio ha sido remodelado, ya no vemos las paredes, murales, carpetas que estaban cuando nos fuimos hace 25 años, mudos testigos de nuestro paso por estas aulas. Pero un Colegio no es solo infraestructura: lo componen sus directivos, sus docentes, sus trabajadores, sus alumnos; y mientras se conserve la mística y el espíritu, el Colegio siempre será el mismo.
Por ello, al volver, queremos agradecer, en primer lugar a nuestros maestros, que compartieron con nosotros sus conocimientos en las diversas ramas del saber humano. Son muchos los profesores que nos han enseñado, y no siempre han sido los mismos para toda la promoción, por ello recordar a algunos es ser injusto con los otros. Solo quiero recordar a quien fue nuestro Director en aquellos años: al señor Nicanor Castañeda Guerrero. Aunque no nos dictó ningún curso, ya que su labor era conducir este plantel de casi 3,000 alumnos, él nos enseñó a querer a nuestro colegio, a identificarnos con la "granate del HU". No era raro verlo jugando basket con los alumnos, o viniendo un día sábado para atender las labores pendientes. De él aprendimos la mística que tenemos como Unanuinos y, que me perdonen los miembros de las promociones más antiguas, creo hasta el día de hoy nadie ha gritado nuestra arenga "Siempre la H, siempre la U, nadie le gana al HU" (cuya autoria fue reivindicada hace algunos años), con tanta fuerza, con tanto entusiasmo y con tanta convicción, con "alma corazón y vida" como lo hacía Nicanor Castañeda Guerrero.
Muchos de lo conocimientos que recibimos en nuestros años escolares los hemos olvidado por el paso de los años, me atrevo a decir que si hoy mis profesores aquí presentes me tomasen un examen de lo que me enseñaron, seguramente me pondrían un redondo "cero" allí donde hace 25 años me ponían dieciséis, dieciocho o veinte. Pero lo que aprendimos con el corazón a través de tantas conversaciones, consejos, tareas, llamadas de atención, a través del buen ejemplo que nos dieron, eso no se olvida nunca. Y a pesar de que siempre se ha dicho que la educación estatal está en crisis, aquí, en estas aulas, nos dieron una buena formación humana, en la que esperamos no defraudarlos nunca.
Queremos agradecer también a los trabajadores de nuestro colegio, a aquellos que se encargaban de tener limpio el local, de abrirnos las puertas, de mantener la disciplina, que con paciencia y buen humor soportaban nuestras travesuras; al personal administrativo que en diversas ocasiones tenían que preparar nuestros documentos a mano o a máquina de escribir, sin la ayuda de las computadoras que hoy nos simplifican la vida.
Gracias también a nuestros condiscípulos, a aquellos compañeros de estudios con quienes compartimos el paso de la niñez a la juventud, las ilusiones propias de todo adolescente, los sueños, proyectos, decepciones y hasta el dolor por la muerte. Hoy, con mas de 40 años de edad, nos reencontramos para darnos un abrazo, recorrer juntos estas aulas, recordar el pasado, y soñar con el futuro.
Gracias a todos los que estuvieron con nosotros, porque mucho de los bueno que hoy podemos dar lo recibimos de ustedes. Gracias por tanto bien recibido.

Muchas gracias.

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