"Vente mi guapa limeña, ven,
vamos a pasear,
Lima es un Eden..."
(Mario Cavagnaro, Vals "Lima de Octubre")
No estoy seguro si fue en 1965 o 1966 cuando el Señor de los Milagros llegó a la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados en Breña. Era Párroco el P. Manuel Mosquero, S.J. Para aquella oportunidad en que la imagen pernoctó allí la comunidad se preparó con mucho entusiasmo con las charlas que les dió el P. César Toledo, S.J. Aquello lo supe, no porque haya estado yo allí (nací en 1969) sino porque en alguna oportunidad tuve en mis manos el Boletín Parroquial de esos años.
Después de eso, el Señor de los Milagros ha pasado por la Avenida Alfonso Ugarte, pero no entraba mas cerca de Desamparados, ni tampoco las instituciones que lo recibían invitaban a la parroquia para participar en algún homenaje.
Recién en en el año 2002, el Colegio "Hermano Anselmo María" invitó a la parroquia al homenaje al Señor de los Milagros en el estrado que se armó en la esquina de las Avenidas Bolivia y Alfonso Ugarte. En ese entonces el P. Jorge Crooke, S.J. no pudo asistir y me encomendó llevar al P. Benjamín Fernández - Dávila, S.J. para que represente a la parroquia. Aquella vez, sentado en el estrado vi el paso del Señor, rodeado de tantos fieles. Era alrededor de las 6 de la tarde cuando llegaba el Señor, y el P. Benjamín (a quien con cariño llamábamos "Pitín") se dirigió al Señor muy emocionado. Al acabar el homenaje dijo, "ahora si ya puedo morir tranquilo". Y es que a sus ochenta y tres años ya tenía la salud resquebrajada. De hecho, en el verano siguiente dejó el Juniorado Jesuita que estaba en Breña y fue destinado a la Enfermería en la Parroquia de Fátima en Miraflores donde murió el 2011.
En el año 2007 el Colegio "Hermano Anselmo María" invito al P. Enrique Rodríguez, S.J., en ese entonces párroco de Desamparados al homenaje al Señor de los Milagros que organizaba en la Avenida Alfonso Ugarte junto a la Municipalidad de Breña. A ese homenaje asistimos junto con los acólitos, algunos de los cuales eran alumnos de ese colegio. Fue una experiencia emocionante: mientras me dirigía a la parroquia a recoger a los acólitos, resonaba en mi corazón el vals de Mario Cavagnaro "Acompañaremos al Señor Cristo Moreno, Señor de los Milagros y patrón de la ciudad..." El P. Enrique llevó una capa pluvial roja y los acólitos, revestidos de sus albas y portando cirios e incienso esperamos la llegada del Señor al estrado. Allí estuvimos, en lugar privilegiado, cerca del anda, en medio de tanta gente, oramos en silencio, y se incensó al Señor de los Milagros. Todos nos sentíamos contentos, emocionados. Luego, una foto para el recuerdo y regresamos a la parroquia. El P. Enrique sabía que le quedaba poco tiempo en Desamparados, y el escribió en su blog que ese homenaje era parte de un ciclo que se estaba cerrando. Y así fue: tres meses después la Compañía de Jesús entregó la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados al Arzobispado de Lima.
Después de esto, el Señor de los Milagros comenzó a ingresar al distrito de Breña por el Jirón Pomabamba, volteando por el Jirón Jorge Chávez y luego entraba a la Avenida Bolivia donde continuaba hacia la Avenida Wilson. Entraba a la jurisdicción parroquial de Desamparados, pero no hubo ningún homenaje oficial de la parroquia, aunque los grupos parroquiales, sobretodo los coros fueron invitados a cantar el Señor en diversos lugares.
Pero este año fue la sorpresa: cuando asistí a la misa en honor de Nuestra Señora de los Desamparados en Mayo, el Párroco P. Ricardo Rodríguez, anunciaba que el Señor de los Milagros llegaba a las puertas de la parroquia. Al principio pensé que se trataba de alguna falsa alarma, ya que esa noticia la había escuchado varias veces y yo, como Santo Tomas, "ver para creer": mientras no vea eso en el programa oficial de Nazarenas, no lo creo. Y bueno, no debemos ser incrédulos, sino creyentes: el Señor de los Milagros iba a Desamparados. Y el P. Ricardo movió a la comunidad para que pinten sus casas, adornen las calles, hagan alfombras... La parroquia se arregló, se engalanó y las calles... nunca las vi así La Avenida Venezuela y el Jirón Aguarico adornados con alfombras, guirnaldas de flores y gigantografías. De nuevo el vals de Mario Cavagnaro resonaba en mi corazón, solo que con otra letra: "Breña es un Edén", pensaba.
Debo confesar que, aunque estaba emocionado, no me sentía tan alegre como el año 2007, de hecho me sentía un poco triste. Aproveche de tomar algunas fotos y hacer algún video mientras el Señor estaba lejos.
Después me preguntaba donde tomar fotos: por un lado la entrada al atrio de la parroquia era restringida (cuando me preguntaban porque no entraba, yo les decía que el párroco no me había dicho que pase, y como yo ya no soy agente de pastoral de Desamparados, debo respetar la casa ajena); también conozco a una familia que vive al frente (me dijeron que les toque el timbre con confianza pero, cuando me saludaron desde la azotea, no me hicieron la menor insinuación a ingresar a su casa); solo me quedaba esperar junto al reja y hacer lo que se pueda. Menos mal que, faltando poco para que llegue el Señor, el párroco me invitó a pasar al atrio de la iglesia. Y yo, ni corto ni perezoso, me subí al techo, por la escalera del coro, desde allí podía tener las mejores tomas.Eran casi las seis de la tarde.
Lo que vi desde el techo de la iglesia y el colegio era impresionante: la Avenida Venezuela repleta de gente, el Señor se acercaba al Desamparados, el ambiente de fe, de fiesta, de alegría... Solo atine a tomar fotos y a hacer otro video. Después bajé al atrio para ver al Señor de los Milagros y estar en el homenaje que organizó la parroquia y el Colegio "San Francisco Javier, estuvieron también los Bancos aledaños y el Ministro de Transportes y Comunicaciones junto con personal de su Despacho, entre ellas mi amiga la Dra. Jessica Reátegui con quien estudie en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Mientras el Señor miraba a la puerta, luego de tomarle algunas fotos, me puse de rodillas dentro del templo (desde donde lo veía bien, y por haber mucha gente, nadie se daba cuenta de lo que hacía) y le presentaba mis intenciones.
La parroquia realizó el homenaje: el coro cantaba, desde un estado, y desde otro los alumnos del colegio movían sus banderitas. El párroco se dirigió a los fieles congregados y se hicieron algunas peticiones. El Ministro de Transportes, los Bancos, la Directora del Colegio y algunos fieles mas le alcanzaron unos ramos de flores. En la parte central de la reja se encontraba el P. Alfonso de la Cruz, Vicario Parroquial y la Comunidad Jesuita del Juniorado. Hubiera sido una buena idea que los acólitos hagan un pasillo por el centro del atrio y, portando cruz alta, cirios e incienso, se acerquen a la imagen del Señor de los Milagros, como lo hicimos el 2007. Pero, en fin, yo solo soy un fiel mas que ayuda en lo que puede (y en lo que me piden) a la parroquia, mis consejos y opiniones ya no hacen falta.
Después el Señor de los Milagros continuó su recorrido. Mientras el Señor se marchaba algunas señoras que me conocían aprovecharon de saludarme y preguntarme como estaba: hacía poco que se enteraban que soy Hermano Oblato de Nuestra Señora de la Soledad; por mi parte les comentaba que llevaba el hábito hace mas de dos años y que guardé todo bajo reserva. Eso si: les pedía que recen por mi. Siempre ha habido gente que me ha regalado su aprecio y su cariño y se han alegrado del paso que he dado en mi vida como Hermano Oblato. Igualmente la madre de un acólito me decía que me extrañaban. La verdad, yo también los extraño: parte de mi corazón se ha quedado allí.
Me fui a rezar vísperas y mas tarde acompañé al Señor de los Milagros hasta la Avenida Alfonso Ugarte (10.00 p.m.), de donde continuó su recorrido hasta llegar a la iglesia de las Nazarenas hacia las 4.30 a.m.
¿Cuándo volverá el Señor de los Milagros a Desamparados? No lo se. Quizás la próxima vez ya no pueda subir al techo o a la torre de la iglesia y solo me contente con verlo desde la calle o en casa de alguna familia que me conozca. Yo solo le pido al Señor de los Milagros que bendiga a esta comunidad parroquial que durante tanto tiempo me acogió y que le conceda seguir creciendo y que lo que sembramos en otro tiempo vaya dando frutos para la gloria de Dios.
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