En los años que he vengo sirviendo a la Iglesia, ha sido para mi mas fácil trabajar con niños que con jóvenes; me he sentido muy contento formando Acólitos, sobretodo cuando ingresan como servidores del Altar ni bien han hecho la Primera Comunión; he hecho amigos en Desamparados (se me vienen a la mente los nombres de Jorge, Luis, Alejandro) y en San Pedro (Renato, que ya es un joven, Víctor...). Pero trabajar con jóvenes... creo que otros tienen mas carisma para eso que yo.
Los días Viernes 10 y Sábado 11 de Octubre las Obras Misionales Pontificias (OMP) invitaron a los Hermanos Oblatos de Nuestra Señora de la Soledad a la "Expomisionera 2014" donde diversas comunidades misioneras se daban a conocer a los que pasaban por la Plaza Bolívar. Nosotros, los Hermanos Oblatos, no somos misioneros como los Combonianos, sino mas bien "misioneros desde la oración", rezamos por los que salen "a los cruces de los caminos" y recibimos en la casa a todos aquellos que buscan a Dios.
La obediencia (y el entusiasmo de un Hermano que trabaja en OMP) me llevaron a la Expomisionera, donde, un poco resfriado, me la pase sentado en el stand la mayor parte del tiempo, mientras los Hermanos que me acompañaron hicieron un poco de turismo por los demás stands.
La tarde del Viernes llegó un colegio de Chosica y salí a tomar algunas fotos, como quien se relaja un rato (dejando a mi Hermano de Comunidad a que atienda el kiosko). Me puse a conversar con ellos y uno de me hizo escuchar rap (o hip hop, la verdad no se mucho de eso) de un cantante llamado "Cancerbero", que en una de sus letras decía como se perdía la fe al ver tanto sufrimiento, propio y ajeno. Sospecho que estos jóvenes (uno de los cuales parecía que usaba aretes y tenía algunas uñas pintadas) pensaría que me iba a escandalizar de lo que me hacían escuchar. Le pregunté a uno de ellos si él pensaba igual que "Cancerbero", y me dijo que, en ocasiones si. Yo le dije que la letra de aquella canción me recordaba las palabras de Jesús "Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?", ya que, ante el dolor y el sufrimiento el hombre clama a Dios y algunos pierden la fe; pero, aquel clamor era en realidad una oración que brota de lo más profundo del alma, quizás mas sincera que muchos rezos que escuchamos en los templos. Y nos pusimos a conversar, luego unas fotos, un selfie.... "Hermano, ¿como puedo comunicarme con usted?". Luego de darles mi correo me despedí de ellos.
Al día siguiente llegó el Colegio "Fe y alegría 33" de "Mi Perú", Ventanilla, la gran mayoría señoritas. Después de mostrarles quienes somos los Oblatos de Nuestra Señora de la Soledad, les comencé a preguntar a qué pensaban dedicarse y la mayoría, como es normal, pensaba en la universidad; pero uno de ellos, Giancarlo Bruno, de catorce años, me dijo que quería ser cheff o dedicarse a las industria de las confecciones. Después de animarlos a seguir adelante con sus sueños y proyectos me despedí de ellos. Pero Giancarlo regresó: quería conversar conmigo y hablamos como dos horas. Me contaba como le interesaba el mundo de la cocina, de la industria textil, donde soñaba con estudiar, que tenía habilidades para hacer otros trabajos, entre ellos carpintería y que había hecho en madera un juego de ajedrez. Mientras me contaba todo eso, con sencillez, sin esos "aires" de soberbia que tienen otros, yo recordaba el video "Vigilantes de la noche" de los monjes benedictinos (a quienes conocí el año pasado cuando hice mis Ejercicios Espirituales en el Monasterio de la Encarnación de Pachacamac). Conversamos mucho, compartimos un vaso de chicha morada y un sanguchito (que nos dejó la OMP para los Hermanos Oblatos), le dije que, si su vocación era ser religioso sería muy útil; pero, si se quedaba como laico podría hacer mucho siendo empresario y dando empleo a mucha gente; que Dios le había hecho un joven muy valioso y, recordando la frase de san Ireneo "La gloria de Dios es el hombre viviente" le dije que él, con todo lo que es, es la gloria de Dios. Pasada la una de la tarde nos despedimos, no sin antes dejarle mi correo.
Esos jóvenes necesitaban oir una Buena Noticia: ustedes son valiosos, Dios los ama, los comprende, con sus sueños y desilusiones (que no son pocas). Necesitaban alguien que les de aliento, que no los juzgue ni condene por usar un arete o escuchar música de moda. Necesitan que la Iglesia les sonría, no solo a aquellos "devotos" a quienes podemos jalar para el seminario o el noviciado. Son los que están en los cruces de los caminos, esperando que los inviten al Reino. Ahora que escribo esto, recuerdo con mucho cariño a Marcos, a quien conocí en Breña hace seis años, cuando iba a hacer su Primera Comunión, y que aún no termina de creer que Dios confía en él.
Ahora, veinte años después, entiendo porque la primera vez que hice los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, me daban la Buena Noticia de que Dios me quería y creía en mi; Buena Noticia que me tomó un año entero creerlo no solo con la mente, sino con el corazón, y que Dios me hizo transmitir a estos jóvenes y a muchas personas más. He sembrado una semilla en los corazones de estos jóvenes, Dios hará el resto.
1 comentario:
Muy buen blog escrito mi hermano Manuel, bendiciones siempre.
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