Desde el año 2017 colaboro en
el Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU) de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, acompañando a los jóvenes de la Comunidad de Acólitos “San
Tarcisio”; parte de las actividades que realizan los jóvenes del CAPU está la
proyección social en el Asentamiento Humano Juan Pablo II, en lo que llamamos “Experiencias
Solidarias”. Aunque siempre me he considerado un “misionero de escritorio”, he
participado algunas veces de estas actividades; en una de ellas conocí a Álvaro,
un niño de 9 años que me escuchó cantar “El día que me quieras” de Carlos Gardel,
lo cual, al parecer, le gustó porque me dijo “Cantas bien”; por ello la semana
siguiente le mandé un video donde tocaba algo de Bach en el órgano.
En el mes de agosto del año
pasado el P. Juan Bytton, S.J., en ese entonces Director del CAPU me invitó a
acompañar un día a los jóvenes de “Misiones Universitarias” que se encontraban
de “misiones largas” en San Juan de Lurigancho visitando casas, haciendo labor
social y preparando sacramentos; yo acepté gustoso, con la idea de saludar a
Álvaro, sin embargo me esperaba otra aventura…
Al llegar me enteré que
teníamos que subir a un cerro (los jóvenes, que ya llevaban varios días en la
zona, habían ido más temprano) para ayudar en la construcción de una casa prefabricada
para una familia de escasos recursos económicos y algunos problemas de salud. La
verdad no tengo espíritu aventurero ni soy amigo de subir cerros (le tengo
miedo a las alturas), pero bueno, caballero nomás. Cuando llegamos al lugar
indicado, (no sin antes subir escaleras de cemento, piedra y barro, y de
recibir la “bienvenida” de algunos perros que estaban en el camino) encontramos
a los jóvenes misioneros capitaneados por Sor Reynita, religiosa salesiana, cubiertos
con mascarillas y ayudados por una “pata de cabra” en plena labor de destruir
una casucha maltrecha y hacer espacio para la nueva casa. Allí conocí a varios
chicos y chicas, entre ellos a Álvaro, joven estudiante de ingeniería que tenía
mucha afinidad con los animales; y a Mateo, cuyos padres habían estudiado Derecho
en la PUCP unas promociones antes que yo. Y bueno, a ayudar se ha dicho, aunque
mucho ayuda el que no estorba.
Pero se aproximaba la hora
del almuerzo (pese a ser invierno salía algo de sol) y tuve que bajar con
Denilphson, estudiante sanmarquino que participaba de las misiones de la PUCP,
a recoger el almuerzo. Menos mal que me ayudo a bajar, porque el miedo me haría
perder el equilibrio, pero sobretodo tuvimos una agradable conversación.
Recogimos el almuerzo y de vuelta al cerro para el almuerzo y continuar con la
faena.
Compartimos el almuerzo con
aquella familia en medio de su pobreza, (yo me cuidaba de que no se me suba
ninguna pulga o garrapata de los perritos que estaban por allí); jugamos un
rato y a continuar. Se armó la casa y le instalaron la luz eléctrica, acabamos
pasada las 7 de la noche. En el interín al padre de aquella familia le dio un
ataque de epilepsia y tuvo que ser auxiliado por el P. Juan y alguno de los
jóvenes. Cuando uno ve todo eso, la pobreza, la enfermedad, piensa ¿y como
harán ellos para comer? ¿de qué vivirán si, además, la madre tiene una hernia
que no le deja trabajar? ¿Pueden preocuparse de otra cosa que no sea tener algo
para comer y no morir de frio? Como Universidad Católica nos preocupamos para
que su casa tenga también una pequeña tienda, a la cual le dimos algunos abarrotes
para puedan ganarse la vida.
Siendo de noche pude bajar el
cerro con la ayuda de Mateo (con quien tuve una buena conversación en todo el
recorrido), y usando una lampa a modo de bastón en el brazo izquierdo. Llegamos
al local comunal y comimos. Me hubiera gustado quedarme esa noche con ellos y
compartir las experiencias de un día inolvidable, pero al día siguiente tenía
que recoger unos documentos para la inscripción de los bautizos de los niños de
la Primera Comunión del “Anselmo” (bueno tampoco había llevado mi pijama de Pokemon para
dormir).
Sabía que los jóvenes
tendrían otras “misiones largas” en verano, así que prometí acompañarlos al
menos un par de días. Pero de eso les hablare en el próximo artículo.
ESTA HISTORIA CONTINUARA…
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