miércoles, 3 de diciembre de 2008

DIOS ENTRE JUICIOS

Foto de la inauguración de la Capilla del Palacio de Justicia el 17 de Noviembre del 2008 por el Cardenal Juan Luis Cipriani.

Padre nuestro que estás en la calle,
entre el tráfico, el ruido y los nervios,
que se cumpla, Señor, tu Palabra,
lo mismo en la tierra que arriba en el cielo.

PADRE NUESTRO, PADRE NUESTRO,
NO ERES UN DIOS QUE TE QUEDAS
ALEGREMENTE EN TU CIELO.
TÚ ALIENTAS A LOS QUE LUCHAN
PARA QUE LLEGUE TU REINO.
(J. A. Olivar)

Como Abogado que soy tengo que realizar, de cuando en cuando, una visita al Palacio de Justicia. El lunes 24 de noviembre tuve que estar por allí para recoger en la sede del Colegio de Abogados un compendio de leyes que nos obsequiaba el Decano. Al estar por allí recordé que había leído en la página web del Arzobispado de Lima (http://www.arzobispadodelima.org/) que el Señor Cardenal Juan Luis Cipriani había inaugurado una Capilla el 17 de Noviembre, por lo que me decidí visitarla.
La Capilla está muy bien arreglada, con cuadros de la Virgen del Carmen, del Señor de la Justicia, de San José y otros santos más. Lo único de malo es que el techo es de vidrios (o acrílicos, no lo pude distinguir) casi transparente que, al mediodía, deja pasar los rayos del sol, lo cual dificulta el recogimiento para la oración.
Al estar allí me puse a pensar: ¿Es posible encontrar a Dios en medio de todos estos juicios y expedientes, entre el bullicio de la gente que clama por justicia? Por esos lugares del Palacio de Justicia están los Juzgados Penales y la Carceleta a donde van las personas que han cometido algún delito ¿Cómo encontrar a Dios al lado de tanta gente que está procesada por haber cometido algún delito, delitos que muchas veces son pecados graves? ¿Estará Dios cerca de donde se corrompen a los abogados, secretarios y jueces para torcer el sentido de la justicia?
Aparentemente a Dios solo se encuentra donde abunda la santidad, los buenos ejemplos, la vida de la gracia. Y se ha querido meter allí donde parece estar ausente. Y nos invita a contemplarlo y a mirarlo allí, en medio de los jueces, abogados, procesados, policías y expedientes, allí donde quizás “sobreabunda” (?) el pecado, porque ha venido para salvar a los que estaban perdidos.
Allí, en el Palacio de Justicia, lo necesitamos a gritos y se ha quedado en el Sagrario de esta soleada capilla para esperarnos, como amigazo del alma, con los brazos abiertos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es verdad no hay como la justicia Divina,es mas estoy completamente convencido por esperiencia propia.
De que el hombre no es nadie,ni nada para quitar la vida a su semejante.