lunes, 22 de diciembre de 2008

NO HAY NAVIDAD SIN JESUS

Si mal no recuerdo, durante el Adviento de 1990, cuando pasaba por la capilla de la Universidad Católica (donde yo estudiaba Derecho), vi un afiche en el que aparecía un niño de poco tiempo de nacido, durmiendo en una cuna de pajas. Aquel niño no se parecía a los “Niños Jesús” estereotipados, que vemos en los nacimientos de las iglesias, ni a los que vemos en las obras de arte, (niños de tez blanca, rubios y de ojos azules); se parecía mas bien a un niño de los tantos que hay en los barrios populosos de Lima. Sin embargo, al ver esto, mi imaginación me trasladó a Belén, para contemplar al Niño Jesús recién nacido.
También recuerdo que, cuando era niño, pasaba por una relojería de la Av. Venezuela, en Breña y veía un afiche con una imagen del Niño Dios, que decía "No hay Navidad sin Jesús"; y siempre que lo recuerdo me pongo a pensar en el sentido de aquel slogan. Asimismo, hace pocos años, pasando por la Av. Javier Prado he visto la pancarta de una feria artesanal, que dice "Navidad es Jesús", y me alegra que haya gente que nos lo haga recordar.
Me pregunto ¿Para cuantos, realmente, la Navidad es Jesús y con Jesús? Para algunos Jesús está arrinconado en un nacimiento, adornado primorosamente, pero sólo como elemento decorativo, por costumbre; para otros Jesús está "sobreentendido" o "entre líneas", porque se fijan sólo en las costumbres sociales. Yo no sé si alguien sería capaz de celebrar el "Día de la Madre", saludándola apenas, o reuniéndose con sus hermanos y otros familiares pero arrinconando a su mamá en algún lugar apartado de la casa (para que moleste lo menos posible). Quien hiciera esto se comportaría de manera indigna con su madre. Pues bien, ¿Cuántas personas hacen esto con Jesús?
En estos días de Navidad de quien menos se habla en nuestros ambientes es de Jesús. Se habla de regalos, de gratificaciones, de comidas... Es curioso como las películas que vemos en estos días (muchas de ellas son unas verdaderas "telelloronas") hablan de árboles de Navidad, de Papá Noel, de regalos... ¿Y de Jesús? Bien gracias.
Yo no tengo nada contra los regalos (a mi me encanta darlos y recibirlos), ni contra las costumbres que hay en estos días en cuanto a comidas se refiere, ni contra Papá Noel. Es más, es bonito que en estos días las familias se reúnan para estar juntos, la gente se sienta más buena y generosa que quiera compartir un regalo como muestra de cariño a un ser querido, o quieran compartir chocolate caliente (aunque en estos días, cercanos al verano, haga mucho calor) con la gente que les rodea o con aquellos que no tienen recursos económicos. Pero me parece que es justo y necesario que en estos días pongamos el corazón en Jesucristo recién nacido: es Jesús quien hace el milagro de compartir, de perdonarnos, de unir a la familia dispersa. Ni los regalos, ni las comidas, ni siquiera la unión familiar de este día tienen sentido, si es que Jesucristo no está presente de modo patente en nosotros (no "sobreentendido" o "entrelíneas"), si no nos damos un tiempo para contemplarle, meditar el Evangelio, hablarle, mirarle; para reconciliarnos con él y recibirle en la Comunión de la Misa de la Noche o el Día de Navidad, para agradecer el amor de Dios que nos ha enviado a su Hijo para salvarnos, para que sea nuestro amigo y hermano.
La Navidad es Jesús que trae alegría y paz, y que por lo mismo todas nuestras costumbres deben ser el reflejo de nuestra ALEGRÍA EN EL SEÑOR: "Les doy una gran noticia una alegría para todo el pueblo: Ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor..." (Lucas 2, 10-11). Es verdad que, para aquellos que sufren a causa de la muerte o ausencia de un ser querido, de la enfermedad, de la falta de trabajo, o de un trabajo demasiado sacrificado (policías, médicos y enfermeras de turno en los hospitales, etc.), el sentimiento más fuerte es el de la tristeza y la melancolía. Sin embargo, para este "pueblo que caminaba en tinieblas", "una luz les brilló,... porque un Niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado" (Isaías 9, 1. 5); la Buena Noticia de la Navidad es para todos los que, con un corazón sencillo, acogen al Salvador, como los Pastores de Belén: ellos no tenían grandes banquetes, eran ignorantes, eran pobres, no tendrían a todos sus seres queridos con ellos, ni entendían las complicaciones de los Maestros de la Ley, y sin embargo fueron los primeros en contemplar al Salvador y, junto con María y José, vivieron, mejor que nadie, la Navidad.
Por ello les invito en esta Navidad a pedir, no sólo por los pobres (muchas veces pedimos para ellos sólo bienes materiales), sino por aquellos que tienen todo (dinero, trabajo, salud, familia unida), pero no tienen a Jesús: para que le busquen, le encuentren, le quieran y sean como Él; para que comiencen una amistad fuerte y duradera con Jesús; para que en esta Navidad la Palabra se haga carne, habite entre nosotros y contemplemos su gloria, en nuestro corazón y en nuestra familia.
Que María, nuestra Madre, nos ponga junto a su Hijo recién nacido. Si tenemos a Jesús en Navidad, lo demás vendrá por añadidura.

¡Feliz Navidad con Jesús!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz Navidad!

Anónimo dijo...

FEliz navidad Manuel... no hay navidad sin Jesús

JUAN BARRA VARGAS dijo...

FELIZ NAVIDAD MANUEL, JESUS ES
NAVIDAD. SIEMPRE LA H SIEMPRE LA U...