sábado, 19 de diciembre de 2009

"ANSI NUEVAMENTE ENCARNADO"

Les propongo una meditación adaptada de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola (Nº 101-109), que nos puede ayudar, en estos días previos a la Navidad, a preparar nuestro corazón para celebrar el Misterio del Nacimiento de Jesús.

Texto para la Meditación: Lucas 1, 26-38

1. Considerar como las tres personas de la Santísima Trinidad miraban al mundo lleno de hombres y mujeres, de todas las culturas (griegos, romanos, egipcios, el Imperio Chino, las tribus de Africa y Oceanía, las culturas que florecían en América); con sus diversas formas de vivir, sus trajes y costumbres; unos naciendo, otros muriendo, unos en paz otros en guerra, unos sanos y otros enfermos.

2. Considerar como la Trinidad, llegada la plenitud de los tiempos, determinan hacer la redención de la humanidad y envían al Angel Gabriel a Nazareth, para anunciarle a María que será la Madre del Redentor.

3. Imaginar la casa en Nazareth e imaginar el diálogo de María con el Ángel. ¿Qué le dice el Ángel? ¿Cómo reacciona María? ¿Qué hablan?

4. Reflexionar en la respuesta de María “Yo soy la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”, y como en ese momento Dios Hijo se encarna en las entrañas de María, el Dios eterno entra en nuestra historia. Meditar también como Dios comparte la experiencia de tener una madre que le dará la vida humana, que lo alimentará, que le dará el cariño y el amor que las mamás saben dar. Dios se hace hombre, humano y comparte nuestra condición humana.

5. Tener un diálogo con María, dejando hablar al corazón y pedirle que en estos días previos a la Navidad nos prepare el corazón para acoger a su Hijo que quiere nacer en nosotros. Tener también un diálogo con Jesús, que quiere hacerse presente en nuestro mundo actual, y que se encarna nuevamente entre nosotros; y pedirle que nos prepare para acogerle en Navidad, y hacer que nazca en el corazón de nuestros hermanos.

Les invito a meditar este Evangelio, sin prisas, dejemos que Dios nos hable al corazón. Y que, como María, llevemos la Buena Noticia de que Dios está en medio de nosotros.

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