miércoles, 27 de abril de 2011

IN MEMORIAM: MONS. JOSÉ MARÍA IZUZQUIZA HERRANZ, S.J.

Ayer, Martes 26 de Abril, partió a la Casa del Padre Mons. José María Izuzquiza, S.J., Obispo Vicario Emérito de Jaén. Lo conocí en la iglesia de San Pedro a donde acudía para confesarme con Él (junto a varios acólitos de Desamparados). Tenía una gran paciencia y siempre nos trataba con cariño, recuerdo que nos decía "Pídele a Diosito que te ayude con esto...". Tuve también la oportunidad de ayudarle en algunas Misas tanto en Desamparados como en San Pedro, desempeñándome como maestro de ceremonias en una ordenación diaconal y en algunas confirmaciones. Recuerdo que, la última vez que acolité con él el 7 de Diciembre del 2008 en la Confirmación de la iglesia de San Pedro, nos tomaron una foto junto a los acólitos y nos decía para arrancarnos una sonrisa, con su sencillez, buen humor y su voz gastada: "No pongan cara de gallina viuda".
Comparto con ustedes la homilía que dijo el 1 de Enero del 2002, cuando ordenó Obispo a Mons. Pedro Barreto, S.J. Son palabras que deberían hacernos reflexionara muchos cristianos:

De una manera especial me dirijo a ti, querido Pedro, hermano y continuador en la labor apostólica en el Vicariato de Jaén. No te voy a dar doctrina sobre lo que es un obispo en la Iglesia de Dios. Tenemos muchos y valiosísimos documentos de la Iglesia que nos hablan de ello. Piensa en el reciente Sínodo celebrado en Roma. Por otra parle, ni yo sabría hacerlo, ni creo que tú esperes que lo haga. Simplemente, voy a pretender brevemente darte ánimos para ser Obispo.

Sí, darte ánimos. Muchos te habrán felicitado porque has sido distinguido con la dignidad episcopal. No te lo creas. Has sido elegido para ser sucesor de los apóstoles. Y los apóstoles no fueron distinguidos con ninguna dignidad, porque Jesucristo no vino a distribuir dignidades, sino cruces. Cruces que tenemos que cargar para seguir al maestro. Las dignidades las hemos inventado los hombres, no Jesucristo. Cuando dos de los primeros apóstoles, sin saber lo que pedían, pretendieron obtener un privilegio en el reino de los cielos, Jesucristo les recordó la condición para escalar puestos de honor en su Reino: beber el cáliz de amargura que El iba a beber.

Los puestos altos nos gustan a todos, pero beber el cáliz ya no tanto. La primera cruz que te pone hoy el Señor es la cruz de ser PASTOR. Cruz disfrazada de honores, no muy evangélicos, pero cruz. Procura con todas tus fuerzas que el disfraz no esconda la Cruz. Vas a recibir la plenitud del sacerdocio. Eso significa que vas a recibir la plena responsabilidad como pastor y hermano de tus ovejas. Y recuerda: el Buen Pastor da la vida por sus ovejas. Por esas ovejas que son atacadas y están en peligro, por esa parte de tu rebaño que no lo forman precisamente los fuertes y poderosos de este mundo, sino los pobres y débiles a quienes muchos fuertes y poderosos quieren avasallar.

Y de esa clase de ovejas vas a tener cualquier cantidad. Aquí tienes una representación de ellas. Han hecho un largo camino para estar contigo en este momento y sentir así tu cercanía y que tú sientas la suya. No han querido esperar para poder conocer y escuchar a su pastor. Si algo hay de reconfortante en el hecho de ser pastor en tu nueva parcela dentro de la viña del Señor, es sentirte apoyado, acompañado, estimulado, evangelizado por el ejemplo de aquellos mismos que a ti te toca evangelizar. Aquí están los representantes de más de mil quinientos catequistas que llevan el peso de la pastoral campesina del Vicariato. Todos saben que ellos han sido mi orgullo desde mucho antes de ser Obispo.

El Apostolado de la Oración. Esa multitud de hombres y mujeres que practican con fe lo que Cristo recomienda que hagamos ante la escasez de obreros en la mies del Señor. Orar, orar para que el Dueño de la mies envíe quien trabaje en ella. Aquí están los representantes de los muchísimos grupos juveniles dispersos por toda la extensión del Vicariato que, como jóvenes, son el porvenir de la Iglesia local. La Legión de María, comprometida en extender la devoción a Nuestra Madre, la Virgen María. El movimiento Juan XXIII, relativamente reciente, pero de gran vitalidad apostólica. Los promotores Campesinos de Salud que ponen en práctica la tarea de llevar vida a sus hermanos partiendo de la Palabra de Dios.

Están aquí también miembros de las Rondas Campesinas y Urbanas que tanto y tan valientemente luchan por la justicia y la defensa de los débiles; tan incomprendidas por algunos sectores de la sociedad que, por oficio, deberían apoyarlas en la lucha contra la delincuencia y la corrupción, esa lacra tan extendida en nuestro mundo y particularmente en el Vicariato. Muy especialmente quiero hacer mención de la presencia de nuestros hermanos Nativos de la zona de selva del Vicariato. Ellos son la razón para que el Vicariato sea Vicariato. Ellos representan aquí el esfuerzo de los agentes pastorales, tanto nativos como religiosas y religiosos, que llevan a cabo un trabajo abnegado y eficaz en una zona tan dura como alejada.

Estoy seguro que, como a mí, te servirán de ejemplo y estímulo en tu trabajo de pastor. Esta es tu grey. Cuentan que, cuando a San Lorenzo le pidieron sus verdugos que entregara los bienes de la Iglesia que él administraba, presentó a los pobres y desamparados que él socorría: “Estos son el tesoro de la Iglesia” dijo a los que le perseguían. Estos, y otros muchos como ellos, son el tesoro que Dios pone en tus manos para que extiendas el Reino de Dios entre lo tuyos.

Dije al principio que te quería dar ánimos para cargar con tu cruz de buen pastor. Ellos te darán esos ánimos con su ejemplo, valentía y entrega. Jesucristo dijo: “Dichosos serán Uds. cuando les injurien y persigan, y digan contra ustedes toda clase de calumnias por causa mía. Alégrense y regocíjense, porque será grande su recompensa en los cielos.” Podrás tener persecuciones y calumnias, pero Jesucristo nos dice que eso puede ser motivo de alegría y regocijo. Y, créeme; podrás tener cualquier clase de dificultades, pero el sentirte apoyado, estimulado, defendido por los que están más golpeados de lo que tú puedas estar, te causará una alegría y un regocijo que compensará con creces todo lo que puedas tener que soportar.

También te dije al principio que con tu consagración no recibías ninguna dignidad. No es exacto. Sí vas a ser distinguido con una dignidad. La misma que la de los Apóstoles después de Pentecostés: Se sintieron alegres y contentos de haber sido juzgados dignos de padecer algo por Nuestro Señor Jesucristo. Y no vas a estar sólo. Tendrás como colaboradores inmediatos a los sacerdotes diocesanos algunos de los cuales están aquí presentes, y que, en numero creciente, van siendo el fundamento de lo que esperamos sea pronto una Iglesia local plenamente establecida.

Sentirás el apoyo esperanzador del Seminario, de sus formadores y de los seminaristas. Los sacerdotes y hermanos religiosos estarán en todo momento contigo. Las religiosas que, en número relativamente grande, cumplen una tarea insustituible en la evangelización de la zona. Las religiosas de vida contemplativa, que no solo con su ayuda material en la marcha del seminario, sino, sobre todo, con su constante oración, te harán sentirte seguro por contar con el apoyo espiritual más valioso que es la oración. Que el Señor te dé su Fuerza y su alegría al sentirte digno de padecer algo por El en tus hermanos y con tus hermanos.

Comparto con ustedes esta foto tomada de http://www.vicariatodejaen.org/josemaria.html En esta foto no aparece con las "dignidades episcopales" de los que a veces llamamos "príncipes de la Iglesia", sino como lo que era Un Pastor al lado de su rebaño. Y es así como lo recuerdo: perdonándonos los pecados en nombre Jesucristo.

1 comentario:

Hna. Mary Ortiz dijo...

Conocí a Monseñor Izuzquiza y es un santo. Porqué no promover su causa de beatificación y canonización al igual que la de Mons.Hornedo. misioneros y evangelizadores de los pobres y con ellos, preferencia por los más pobres, los ahuarunas, etc. Hombres de Dios y totalmente para El en el otro. El recuerdo de su vida puede ayudarnos a encontrar nuevamente a Dios en el día a día en el responder con fidelidad y sencillez a la llamada que él nos hace dentro de la iglesia. Mary Ortiz