La Iglesia nos
invita contemplar el Triunfo de Cristo en la Cruz. Es curioso que San Juan señala
que el día en que murió Cristo se inmolaba el Cordero Pascual.
En este día, por
una tradición muy antigua no hay Misa, pero si Liturgia: tanto el Oficio Divino,
como la Celebración de la Pasión del Señor. También es un día de ayuno y
abstinencia obligatorio.
La celebración de
la Pasión no es una celebración de luto de la Iglesia, sino de Triunfo de
Cristo exaltado y glorificado en la Cruz. El color de las vestiduras no es el
negro o morado de difuntos (antiguamente se usaban estos colores), sino el
rojo, el color del triunfo de los mártires.
La Liturgia de la Pasión
consta de tres momentos
- Liturgia de la Palabra: El
sacerdote y los ministros ingresan al templo sin canto, con ornamentos de color
rojo, se postran en tierra y dice una primera oración. No hay acto penitencial.
La proclamación de la Palabra de Dios consta de tres lecturas (además del Salmo
Responsorial): la primera es el Cuarto Cántico del Siervo de Yavé (Isaías52, 13―53,
12), en el que la tradición ha visto profetizado los sufrimientos del redentor;
la segunda (Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9) nos presenta el sacrificio de Cristo como
el ejercicio de su sacerdocio; y, como es tradicional, se proclama la Pasión
según San Juan, que presenta a Cristo como el Cordero Pascual inmolado en quien
se cumplen todas las profecías y cuya muerte no es un fracaso sino su
glorificación. Luego de la Homilía, se hace la Oración Universal en la que se
proclaman 10 intenciones (por la Iglesia, el Papa, los Fieles, los Catecúmenos,
la Unidad de los Cristianos, los Judíos, los que no creen en Dios, los que no
creen en Cristo, los gobernantes y los atribulados), según la antigua manera
romana, presentando a Dios Padre las grandes intenciones de la Iglesia
Universal.
- Adoración de la Cruz: Este rito
tiene su origen en Jerusalén, en este día el Obispo daba a besar el “Lignum
Crucis”; posteriormente pasó a toda la Iglesia. Hay que tener presente que
nosotros no adoramos la Cruz, sino a Cristo crucificado quien en el madero de
la Cruz da su vida en rescate por todos. Los cantos nos invitan, por un lado a
considerar nuestras ingratitudes frente a Dios (“Pueblo mío ¿qué te he hecho? Yo te saqué de Egipto….y tu hiciste una
Cruz para tu Salvador”) y por otro lado exaltan el Misterio y el Triunfo de
Cristo crucificado (“Tu Cruz adoramos,
Señor y tu anta resurrección alabamos y glorificamos”; “Oh Cruz fiel árbol
único en nobleza…”)
- La sagrada Comunión: Terminada la
adoración de la Cruz el altar (que ha permanecido desnudo desde el final de la
Misa del Jueves Santo) es vestido con un mantel para la celebración de la
comunión, memorial de la Muerte y Resurrección del Señor. Terminada la Comunión
se hace una Oración sobre el pueblo y se termina la liturgia sin canto ni
bendición final.
Contemplemos en este día a Cristo crucificado. Que la liturgia de hoy, y los ejercicios de piedad (procesiones, Vía Crucis), nos ayuden a profundizar en el amor de Jesús que nos amó y se entregó por nosotros.
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