sábado, 21 de marzo de 2015

PREGON DE SEMANA SANTA 4 - DOMINGO DE RAMOS, LUNES, MARTES Y MIERCOLES SANTO


El Domingo de Ramos comienza la Semana Santa.
Que impresionante es ver los templos llenos de gente que, portando ramas de palmas y olivos aclaman al Señor diciendo: ¡HOSANNA AL HIJO DE DAVID!
Cuanta gente asiste a las iglesias, cuantas comuniones, cuantas confesiones, los sacerdotes no se dan abasto…
Ese día a las 12, nos reuniremos en la Plazuela de San Francisco para Conmemorar la Entrada del Señor en Jerusalén: se bendecirán los ramos y vendremos en procesión para la celebración de la Misa. Como los niños hebreos aclamamos a Jesús que entra en Jerusalén. Y con la Iglesia cantamos:
Gritad hosanna y haceos
Como los niños hebreos al paso del Redentor…”[i]
El templo, al cual nos dirigimos en procesión, representa a la ciudad de Jerusalén: allí entra Jesús para consumar su Misterio Pascual, su muerte y su resurrección. Por ello, en la Misa, el principal texto bíblico que se anuncia en este día, es la Pasión del Señor, contada este año por San Marcos. Un texto largo sí, pero emotivo e impresionante. Quizás las palabras más fuertes de este relato son las que Jesús dijo estando en la cruz:
Eloí, Eloí lama sabaktani”
“Dios mio, Dios mio, ¿Por qué me has abandonado?”[ii]
Jesús, siendo Dios, experimenta la soledad más grande: el abandono de su Padre.
¿Cuántas personas gritan así?
¿Cuántos hermanos que han sufrido por el nombre de Cristo se sienten abandonados? Pensemos en nuestros hermanos perseguidos en Siria e Irak.
Y, como a Jesús, Dios no les abandona…
¡La muerte no es la palabra definitiva de Dios!

Por la tarde, las diversas Hermandades se reunirán junto al Señor Cardenal, y a sus Obispos auxiliares para rezar el Rosario en la Plaza Mayor de Lima,  contemplando, en cada misterio, una imagen pasionaria de Cristo: de la iglesia de Trinitarias, el Señor del Huerto, el Señor de la Caña y el Señor Cautivo; de Santo Domingo el Señor de la Caída, de Santa Clara el Señor de Burgos; junto con ellos las imágenes de Nuestra Señora de la Esperanza de la Catedral, Nuestra Señora del Mayor Dolor de Trinitarias y la Venturosa María Magdalena de Santo Domingo.
La procesión de estas imágenes por el perímetro de la Plaza Mayor nos anuncia que ha llegado la Semana Santa y que hemos de disponer el corazón para conmemorar el Misterio Pascual de Jesucristo.

TRIDUO AL CRISTO DEL DESCENDIMIENTO
Los días Lunes, Martes y Miércoles Santo, aunque no tienen la misma importancia del Triduo Pascual, son días de oración en torno a la Cruz.
En nuestro templo celebraremos el Triduo al Santísimo Cristo del Descendimiento, recientemente restaurado por el maestro Álvaro Sandoval en el Museo “Pedro de Osma”.
Al mirar al Cristo del Descendimiento tenemos la impresión de estar contemplando a una persona que acaba de morir. El año pasado, cuando esta imagen estaba envuelta en una sábana en la Sala de Cabildos, varios hermanos cofrades y amigos de esta casa, se acercaban a él con mucho respeto y aun temor. “Parece un muerto” decían algunos. Y es que la finalidad de esta imagen no era solo darnos una obra de arte, sino también catequizarnos y ayudarnos a contemplar los misterios de Cristo.
Y como parte de esa catequesis, al final de las Misas de esos días, podremos acercarnos a besar los pies del Santísimo Cristo del Descendimiento. Acércate con cariño. ¡Pon el corazón en quien dio la vida por ti!

MARTES SANTO
El Martes Santo será el Martes Dominicano: de la Basílica del Rosario, iglesia de Santo Domingo, saldrán diversas imágenes pasionarias, entre las que destacan la imagen de Nuestra Señora de las Penas, recientemente rebautizada como Nuestra Señora del Rosario en sus misterios dolorosos y la del Señor de la Justicia.

La imagen del Señor de la Justicia, recientemente restaurada, nos muestra las llagas de Cristo. A muchos no les gusta verlo así, y por eso, a lo largo del tiempo, las han cubierto con repintes, mantos y vestidos hermosamente bordados.
Pero el Martes Santo lo veremos sin nada de eso, sin su acostumbrado trono de plata. Y al ver esas llagas, podemos considerar las heridas que la injusticia causa en nuestros hermanos:
- La injusticia de pagar sueldos que no alcanzan para vivir.
- La injusticia de quienes no pueden conseguir trabajo porque son discriminados por su apariencia o por su edad.
- La injusticias de los trabajadores maltratados o sin derechos
- La injusticia de los jueces que dan resoluciones y sentencias por dinero.
- La injusticia de los abogados que defienden causas injustas, solo para tener dinero.
- La injusticia de quienes son calumniados y se encuentran en la cárcel por un delito que no cometieron ¡Yo lo he visto como abogado!
- La injusticia de quienes abusan de su autoridad en la familia, en las instituciones, en las empresas.
- La injusticia que cometemos los hijos de la Iglesia.
Muchas veces no queremos ver la injusticia. Cuantos pecados de injusticia no se dicen en los confesionarios. Tapamos la injusticia y le buscamos justificaciones, la disfrazamos, la disimulamos, le restamos importancia.
¡No! Las heridas que le causamos al Señor de la Justicia no deben ser cubiertas, ni por mantos, ni por repintes. Las heridas de Cristo deben ser curadas, poniéndonos al servicio de nuestro prójimo, remediando las injusticias que se comenten por causa del egoísmo, del odio o de la venganza.
Salgamos el Martes Santo y preguntémonos al ver al Señor de las Justicia ¿Cuántas de esas heridas te las he causado yo? ¿Qué quieres que haga para curarlas?
Y que resuenen en nuestro corazón las palabras de Jesús: “Lo que hiciste con uno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hiciste”.[iii]

MIÉRCOLES SANTO
El Miércoles Santo saldrá de la vecina Basílica de San Francisco la Procesión del Encuentro: dos imágenes del siglo XVIII, Jesús Nazareno y la Virgen Dolorosa, cada una seguirá un camino distinto para encontrarse en la Plaza Mayor de Lima
El Evangelio no nos relata el encuentro de Jesús con su Madre en la Calle de la Amargura, solo una antigua tradición nos habla de ello. Podemos imaginarnos la escena: María, que está en la ciudad de Jerusalén para la fiesta de la Pascua, recibe este aviso: “Señora: tu Hijo lleva una cruz y va a ser crucificado”. Y ella, dejando lo estaría haciendo corre a ver que puede hacer para socorrer a su Hijo. Y, al llegar se encontraría con él, coronado de espinas, con el rostro golpeado y ensangrentado en medio del tumulto de la gente…
Esta misma escena la vemos muchas veces, cuando a una madre le dan una noticia como esta:
- Señora, a tu hijo lo encontraron con drogas
- Señora, tu hijo ha sido detenido por la policía.
- Señora, tu hijo está en la cárcel
- Señora, tu hijo está enfermo.
- Señora, tu hijo ha tenido un accidente.
- Señora, tu hijo está en el hospital.
- Señora, tu hijo está muerto
- Señora, tu hijo está en la morgue…
Y cuantas veces, la madre ¡y también el padre!, sacando fuerzas en medio del dolor, corren a ver que pueden hacer: en muchas ocasiones lucharán para salvar a su hijo y sacarlo de la Calle de la Amargura, pero en otras solo podrán, como María, acompañarlos, ante lo irremediable, con su oración y su presencia. No podrán hacer más.
Ver a una madre y a un padre acompañando a sus hijos en la Calle de la Amargura inspira mucho respeto y veneración. Me vienen a la mente algunos rostros: una madre esperando en el hospital que su hijo salga de una sala de operaciones, otra desesperada porque su hijo ha sido detenido por tráfico de drogas, otra que llora en el velorio de su hijo.
Recuérdalas al acudir el Miércoles Santo a la procesión. Recuerda tal vez tu misma calle de la amargura, y pídele a María que te acompañe, que te fortalezca, que te consuele.
Ella que es madre, que también fue padre y madre para Jesucristo cuando murió San José, será tu compañera en el dolor.

La noche del Miércoles Santo, acabada la misa, celebraremos el “Oficio de tinieblas”. Alguno podría preguntarse ¿Por qué retomar costumbres que casi no se emplean? Es que este Oficio, recomendado en 1988 por la Congregación para el Culto Divino, nos ayuda a meditar en el misterio de la pasión del Señor, a través del canto de los salmos (durante los cuales se van apagando las velas del tenebrario hasta quedar el templo a oscuras) y de la proclamación de las lecturas bíblicas y hagiográficas. Y es que, como sucede no pocas veces, las grandes celebraciones de la Iglesia han comenzado por la iniciativa de las comunidades cristianas que quieren celebrar los misterios del Señor utilizando los elementos simbólicos que le ayuden a expresar su fe.

 Les invito a escuchar Christus factus est


[i] Misal Romano, Himno a Cristo Rey.
[ii] Marcos 15, 34
[iii] Mateo 25, 45

Publicación de la Quinta parte: Lunes 23 de Marzo.

No hay comentarios: