“Señor: Me
has abierto las puertas de tu casa de par en par
Por eso para ti las puertas de mi alma
Abiertas siempre están…”[i]
Este año, se cumplen 10 años de aquel
fatídico incendio que destruyó este templo la madrugada del Domingo 5 de Junio
del 2005. Aún recuerdo como, mientras me alistaba para salir de mi casa,
escuchaba la noticia del siniestro a través de Radioprogramas del Perú.
Aquel acontecimiento fue una auténtica
pesadilla que tuvieron que vivir nuestros hermanos soleanos más antiguos. Pero,
sobreponiéndose al dolor, los hermanos comenzaron a soñar con la reconstrucción
del templo, y comenzaron a trabajar para hacer realidad ese sueño, es así que
durante varios años estuvieron cada domingo en la puerta de la iglesia
vendiendo comida y pidiendo limosna, juntando de sol en sol, con la esperanza
de devolverle a este templo su antiguo esplendor, oculto, incluso antes del
incendio, por repintes y restauraciones mal hechas.
No faltaron momentos en que los hermanos
sintieron que el sueño se frustraba: promesas que solo quedaron en palabras,
ayudas que no llegaron como la que estuvo a punto de dar UNESCO a los pocos
meses del incendio y que nunca se pudo concretizar por la negligencia y dejadez
del Instituto Nacional de Cultura; la cizaña sembrada en diversos medios y en
especial en las redes sociales por personas que antes frecuentaban esta casa;
el cansancio, la impaciencia y hasta la desconfianza de quienes exigían
resultados inmediatos a medida que transcurría el tiempo.
Pero los hermanos no se dieron por
vencidos y poco a poco, se fueron consiguiendo recursos… Y así, la iglesia de
la Soledad fue, literalmente, resurgiendo de sus cenizas: se comenzaron a abrir
las puertas para los oficios del Viernes Santo y los cultos gloriosos de
septiembre; en Noviembre del 2013 comenzó la restauración del techo de la
iglesia; y, por fin, desde Septiembre del 2014, la Soledad abrió sus puertas a
los fieles para la Misa Dominical y los cultos ordinarios.
Y los Hermanos siguen soñando y trabajando
por hacer realidad sus sueños: el sueño de ver a la Soledad con sus paredes y
techo empastados y pintados, iluminado con sus arañas de cristal debidamente
reparadas, con sus altares y pulpito restaurados.
Yo, por mi parte, también sueño como mis
Hermanos Soleanos:
- Sueño con ver restaurados y en su retablo al conjunto escultórico de la Sagrada Familia, a cuyo patrocinio he encomendado mi vida de Hermano Oblato.
- Sueño con escuchar el canto de la comunidad en la liturgia, acompañado del sonido de un órgano que le dé el esplendor que se merece.
- Sueño con ver a un sacerdote sentado en el confesionario, perdonándonos los pecados en nombre de Jesucristo.
- Sueño con muchos hermanos Colaboradores, Cofrades y Oblatos, trabajando por el Reino de Jesucristo en nuestro Carisma Soleano.
- Sueño con una casa de puertas abiertas, donde los hijos vienen a buscar a María su Madre y contarle sus inquietudes, donde busquen a Jesucristo y le hablen con cariño y confianza.
- ¡Sueño con una comunidad, una Iglesia, pueblo de Dios, viva, alegre, que celebre su fe y de testimonio de ella en el mundo; de una fe que es alegría, vida, servicio, confianza y esperanza en Jesucristo, hijo de María, vivo y presente en medio de nosotros!
- Sueño con ver restaurados y en su retablo al conjunto escultórico de la Sagrada Familia, a cuyo patrocinio he encomendado mi vida de Hermano Oblato.
- Sueño con escuchar el canto de la comunidad en la liturgia, acompañado del sonido de un órgano que le dé el esplendor que se merece.
- Sueño con ver a un sacerdote sentado en el confesionario, perdonándonos los pecados en nombre de Jesucristo.
- Sueño con muchos hermanos Colaboradores, Cofrades y Oblatos, trabajando por el Reino de Jesucristo en nuestro Carisma Soleano.
- Sueño con una casa de puertas abiertas, donde los hijos vienen a buscar a María su Madre y contarle sus inquietudes, donde busquen a Jesucristo y le hablen con cariño y confianza.
- ¡Sueño con una comunidad, una Iglesia, pueblo de Dios, viva, alegre, que celebre su fe y de testimonio de ella en el mundo; de una fe que es alegría, vida, servicio, confianza y esperanza en Jesucristo, hijo de María, vivo y presente en medio de nosotros!
Les invito a escuchar el final de la Sinfonía Nº 6 - Pastoral de Beethoven.
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